Tan egoístas somos. Jugamos al amor como si fuera un tablero de estrategias, un duelo silencioso para ver quién ríe último, quién domina, quién gana. Pero, ¿no debería bastar con un “te amo”? ¿Por qué reducimos el amor a una competencia de sacrificios y límites? Pensamos que el amor se mide en lo que el otro está dispuesto a dar, a ceder, a perder por nosotros. Pero no. La verdadera medida del amor está en hasta dónde somos capaces de llegar nosotros mismos.
El amor no es una batalla, no es un tira y afloja, no es un “te doy si vos me das”. Es un compromiso de remar cuando el otro está cansado, de sostener cuando el otro no puede, de esperar cuando el otro todavia no está listo. Es construir un puente, aunque el otro tarde en cruzarlo. Pero, ¿qué hacemos? Desperdiciamos la vida, desperdiciamos el amor, lo tratamos como un juego para ver quién ama más, quién puede más, quién cede menos.
El amor no es “a ver quién ríe último ríe mejor”. El amor es reírse juntos, es compartir la risa, el llanto, la espera y los tropiezos. No jueguen con el amor, porque el amor tiene alas, y aunque hoy esté, mañana no sabemos, y pasado quizás ya haya volado. Es un susurro frágil que puede desaparecer en un instante si no lo cuidamos, si lo usamos como herramienta para demostrar poder en lugar de entregarnos.
Así que basta de juegos, basta de medir, basta de competir. Si el amor está, agárrenlo con fuerza, no lo dejen ir. Porque si lo hacen, cuando miren atrás, solo va a quedar el vacío de lo que pudo ser y no fue, de lo que tuvieron en las manos y dejaron escapar por no saber amar.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión