Me ví al espejo y un poco me asustó.
No sabía si lo que veía era yo.
No sabía si era yo, o un absurdo coincidir cósmico.
Un ilógico encadenamiento caótico
Que, sin intención, entretejió un plan perfecto.
Ejecutado habiendo contemplado el movimiento de cada particula de polvo, en cada exacto momento.
Plan que, luego de miles de milenios,
Sin nadie mirando, sin nadie al mando, sin dueño,
Iluminó un único instante y culminó en un hecho tan venerable,
Que la magia se volvió realidad, y los astros, se volvieron carne.
Carne que me formó a mi, casi personalmente
Y ansioso por comprenderme, creé espejos y mentes para en ellos verme.
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