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Me vas a decir que soy conservador.

Sep 24, 2025

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Me vas a decir que soy conservador.
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Me vas a decir que soy conservador y seguramente tengas razón. Es que nunca me nació ser así. Tener esa soltura, esa prestancia de asomarse al abismo para luego rehuirlo. Lo sé, quizá por momentos me pase de precavido, pero mirá vos en dónde se te da por hacerlo. Siento que es demasiado osado, considerando que tranquilamente podés salir jugando de cualquier otro modo. ¿Te parece arriesgar en tu propia área? Supongo de antemano que el simple hecho de preguntártelo hará que me veas como alguien rutinario hasta en sus incertidumbres, pero lo único que te quiero decir es que lo pienses un poco más. Fijate vos: tenés la salida fácil con el cuatro, que te grita que está solo y tiene razón, porque si seguís paveando así la vas a terminar perdiendo.

Veo que sos terco, y para serte honesto no te tenía tan así. Ustedes dos, solitos, con el otro central, se complicaron la vida pululando con tanto pase anunciado y —por el modo en que estiraron la agonía— acá en la tribuna ya se agarran la cabeza, porque te ven inmerso en dudas, y te imploran que la cuelgues. No se olvidan de tu madre, claro, pero quedate tranquilo que Estela no tiene nada que ver con todo esto. Te mentiría, de todos modos, si te dijese que no entiendo por qué se fastidia tanto la gente, dado que nadie te mandó a pedir que te metieras en el fato que te metiste. Pero bueno, veo también que poco te importan los murmullos generalizados que parecen venir de todos lados y de ninguno a la vez en la tribuna. Y yo me pregunto, al verte así de apremiado, por qué no te dignás de una vez por todas a dar el pase o al menos no terminás con semejante suplicio colgándola afuera del estadio. Pero no, se te da por frenarte y esperarlo al nueve, que ya salió de punta a presionarte con el extremo, que —punzante— va al pique detrás de él. 

Tiraste el cuerpo para un lado y encaraste para el otro. Bien. Menos mal que elegiste por afuera, porque el nueve pasó como colectivo lleno. Eso no quita que a más de uno le esté por dar un infarto al ver la pasividad con la que levantás la vista, posás tus ojos en el más allá y hacés la pose previa al viandazo antes de que te llegue el segundo marcador. Pero no, no le das el sacudón que todos suponen, no terminás con esa agonía que parece ser interminable, ¿será posible?, optás por acariciarla con la suela, ya con el rival encima, para que ella se traslade lenta y al ras, inmaculada y prístina, limpia de todo rasguño capaz de corromper semejante obra de arte, entre las piernas del rival que mínimamente se abren y se condenan solas a lo que sobreviene. Ahora te adelantás un poco más y la tenés de nuevo a tus pies, ya con el campo completamente despejado. Acá todos se miran y vociferan alaridos, porque son incapaces de dar con las palabras que expliquen el asombro en el que se encuentran. Con todo el tiempo del mundo, entonces, se la das finalmente al cuatro que se proyecta sin marcas. Vos seguís de atrás la jugada al trote, mientras ella se aleja cada vez más de vos y vos te acercás cada vez más a la gente, que te envuelve en sus aplausos, aún sin poder creer lo que acabás de hacer. 


Octubre 2023.


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