Me levanto y estamos ahí, amando.

Me levanto y estamos ahí, amando.

Y según el día, dos, tres o inclusive diez veces nos buscamos en la cotidianidad.

Me persigue una culpa por el sentirme tan feliz con tantas cosas malas que pasan día a día.

¿Será una especie de placebo?

¿Será la salida que nos desconecte de tanta crueldad?

Algunas noches pienso que no hay mucho por delante, que el futuro es un lugar frío e incierto.

Que va a ser imposible, que la convivencia, que los rótulos, que los pesares, que las diferencias, los muebles en el mismo lugar, las cagadas, la ansiedad, la moda pasajera, las indiferencias, el fin de todas esas series, la necesidad de soltar algunas cosas o que la intranquilidad de los casi treinta no nos terminen por separar.

Pero cada vez que me levanto estamos ahí, amando.

No lo digo por estar enamorado solamente, aunque siempre recalcas que por eso hago las cosas.

Pero como siempre te dije, no se cuándo darme cuenta de esas cosas, me preguntás qué cuándo me di cuenta y nunca sé que contestar.

Solo me sale, así, sin tantas vueltas.

Si tuviera que acomodarlo de alguna manera diría que es más como, verte/conocerte/enamorarse/amarte.

Pero ahora no sé, tanto tiempo consumido pero seguimos por aca, perdóname pero no sé.

Me voy, abro la puerta de casa, me abrazas como siempre y me saludas hasta mas tarde. Se cierra la puerta y se que te voy a extrañar.

Que se yo, es una mezcla de cosas en un año rarisimo pero hermoso y todavía no me senté a hacer balances.

Hay una fuerza que aflora, se mete entre mis cosas y me nacen estás ganas de escribirnos y pensar cosas al pedo.

Cómo cuando me enfermo y me cuidas, o como la última vez que te sentías mal y cada tanto miraba de reojo intranquilo para saber cómo estabas. Si eso no es amor, que se yo.

Ya me devolviste algo que creía que tardaba años en volver. La locura de creer que hay algo mejor más adelante, la locura de cantar y bailar, de escribir poemas y luchar por lo que creo justo.

Nose cuántos años más vamos a seguir amando juntos, pero cuando me salgan un par de canas más, espero levantar la cabeza y que sigamos ahí. Amando.

Ojalá todo sea mucho mejor, pero siempre, que sea lo mejor que tenga que ser.

Me levanto y estamos ahí. Amando.

Y eso es algo que no se puede olvidar.

Porque puedo olvidarme como es que empecé a estar enamorado, puedo olvidarme como es el camino que se tiene que recorrer paso a paso, puedo olvidarme los nombres, los perfumes, las fechas especiales y hasta de lo que comí hace 2 noches.

Pero de esto no me podría olvidar.

Nisiquiera es por lo mucho que te amo, pero me levanto y estamos ahí, amando.

Y quizás sea por todo el tiempo perdido con la cabeza agachada, o por lo incierto del futuro.

Pero si me sigo levantando, y seguimos ahí, eso nunca se va.

Estés o no para abrazarme, me levanto, porque seguís ahí, porque seguimos ahí, amando.

Eso es amor, vos, nosotros el otro.

Así, siempre.