Cualquiera se podría celoso
si viera lo mucho que me imploras,
si viera como cada palabra que sale de tu boca
es una súplica silenciosa por mi toque,
por mi deseo, por mi cuerpo sobre el tuyo.
De rodillas, rógame,
implorame,
que te necesite como vos a mí,
que sea tuya.
Sé que deberíamos callar,
que este deseo es algo que no deberíamos anhelar,
pero tu alma no puede dejar de arder por mí,
y yo no puedo dejar de ser consumida
por la necesidad de tenerte solo para mi.
No importa cuántas veces me lo niegue,
tus palabras aún se clavan en mi piel,
y el eco de tus súplicas resuena más fuerte que mi razón.
Y si Dios se vuelve celoso,
que así sea,
porque soy tuya,
y solo yo sé
cómo hacer que te pierdas
sin querer ser encontrado.
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