Me cambiaría a buitre.

...

Yo, yo, yo.

De las razones razonadas.

No puedo saberlo, claro, ¡Somos tan diferentes! Lo que hay en el seno íntimo, no sus vísceras, de una abeja, es tan ignorado como los confines de más allá del universo conocido. Solo nos cabe imaginar desde nuestra propia limitada imaginación.

Aún así, con ese condicionante tan restrictivo, tanto que escribo, que digo, a veces me siento como imagino que se sentiría una abeja explicando a una mosca que la flor es mucho mejor que la mierda.

Inútil el empeño. La mosca es mosca y no sabe ni quiere ser otra cosa.

Yo me cambiaría a buitre, pero dudo mucho que la mosca tenga, sobre el cambio de la sustancia del ser, alguna perspectiva.

A buitre, sí, Argimiro. Lo he explicado ya otras veces. Lee mi vida y obras ¡Joder!

La cosa es que no tengo más remedio que aceptar estas reglas del juego. Escribir para mi desahogo y contento.

Y, por decir más:

Ya no soy colega, acaso un viejo amigo para algún viejo amigo que queda. Ya no soy , nunca lo fui para nada, una promesa. Ya no soy el deseo oculto de ninguna bella princesa (confieso que supe que fui algo de eso cuando ya había pasado la fiesta). Ya no soy alguien a quien se espera. Si voy, bien, y si no, "estará de siesta". Ya no soy empleado en ninguna empresa. Ya no soy una sorpresa.

Lo que soy es el cúmulo de hechos y deshechos, de viejos errores y errores nuevos. Un recipiente ajado, lleno de un millón de alegrías y de penas. La suma es incierta. Recuerdos de lunas llenas. Puestas de sol. Tabernas.

Lo que soy es frases en palabras, cuadernos en la mesa. Un mutis en la escena.

Soy en soledad un alma plena, pero entre la gente, sí, alma en pena.

¿Qué de bueno?

No sé nadar y me hago el muerto.

Me pongo a bailar y doy tropiezos.

Canto apenas como un cuervo.

Y lo que pinto son manchas en un lienzo.

Escribir, escribo con dos dedos.

Nada invento,

Nada nuevo.

Siempre nada.

Yo no voy a ser el que tú quieras.

Seré el que acierte a ser a cada instante,

inseguro, imperfecto, insignificante.

Seré un vago que trabaje más que muchos,

un inconstante.

Un tipo de principios, uno que nada acabe.

Seré esa buena gente que conoces

y ese tipo con mal genio que prefieres no encontrarte.

Seré un bache, no seré nunca estandarte.

Seré hoja al viento,

nube cambiante.

Ahora un barco,

luego elefante

o diletante.

Seré cualquier cosa y dará igual,

mientras no sea aquel que a ti te sobre,

aquel que intente joderte, que te borre.

Seré solo yo, mientras no estorbe.

Dolbach.