Dicen que hay dieciséis formas de ser,
cuatro letras que ordenan el caos,
como si el alma pudiera doblarse en origami
y caber perfecta en un cajón etiquetado.
Le han preguntado si es F o T,
si piensa antes de sentir
o siente antes de pensar,
pero él sólo sabe que hay días
en los que no siente nada,
y pensar… tampoco lo salva.
Todos se agrupan como fichas de un juego:
los INFP escriben poesía,
los ENTP discuten por placer,
los ISFJ abrazan sin pedirlo,
los ENTJ conquistan la cima.
Y Minhyung…
mira desde abajo sin saber si subir o sentarse.
Él intentó las pruebas,
le salieron siglas distintas cada vez,
como si hasta los algoritmos dudaran
de a qué rincón del mundo pertenece.
No es introvertido del todo,
pero se agota cuando nadie lo ve.
No es extrovertido tampoco,
aunque a veces habla para no hundirse.
¿Pensador o sentimental?
Ambos, y ninguno.
Pero ninguna letra supo contener su tristeza,
ninguna sigla explicó
por qué hay días en que todo duele y nadie nota.
Por qué puede amar tanto y aún así callar.
Porqué hay silencios que no son introversión,
y caos que no se mide en J o P.
Minhyung no tiene letras.
Tiene cicatrices suaves,
miradas largas,
un cansancio que no se explica con funciones cognitivas.
Tiene días grises,
y noches más claras que el sol.
Tiene una fe temblorosa,
y una calma que no es rasgo,
sino elección.
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