...
HAMBRE.
En aquellas circunstancias, lo lógico era... matar.
Todo fue tan racional, que, a pesar de lo inesperado, el mundo lo entendió como previsible. Pero nadie, salvo quizás alguna voz de esas a las que solo hacen caso quienes hacen caso de toda teoría conspiranoica, había mirado en la dirección de la evidente sucesión de acontecimientos.
Miramos la lluvia y si persiste y es cada vez más fuerte, asumimos, tememos que pueda haber inundaciones, pero aquella tormenta, duró tanto, que la humanidad se acostumbró a ella y no quiso pensar en las consecuencias. Sinrazón.
El Capitalismo y sus variantes y sus variables y sus modos y su inevitable sino, a pesar de que se había estudiado, se había pronosticado, se habían hecho documentales, se habían escrito libros, agoreros, científicos, ligeros, sesudos, llevó a las sociedades a su colapso. Los países ricos y los países pobres sucumbieron en una sucesión de fichas de dominó colocadas para uno de esos circuitos tan atractivos.
Pero no hubo belleza alguna en el suceso. Todo fue caos, destrucción, descontrol, exterminio, violencia...
En aquellas circunstancias era lógico... matar.
Al menos siete mil ochocientos millones de personas acabaron su existencia en las dos primeras semanas. Luego siguió la masacre, pero más lentamente. Todavía sigue.
Según mis cálculos, en estos momentos, cuando ha pasado un año desde el primer instante del colapso, debemos quedar unos veinte millones de personas en todo el mundo. Puesto que no hay modo alguno de recopilar datos reales, mis apreciaciones no son científicas, más bien filosóficas.
Me escondo. Nadie es fiable cuando todos tenemos hambre.
El planeta tiene capacidad de sobra, a pesar de los enormes destrozos, para alimentar a una población tan exigua, pero son muy pocos los que saben estar en la pura y dura Naturaleza.
Sin tecnología, el ser humano se ha vuelto casi completamente inútil.
Los mecanismos complicados son inviables porque nadie entiende cómo funcionan. Los simples, necesitan de combustibles y estos se agotaron en cuanto cesó su extracción y manufacturación.
Quedan armas y munición. Se caza todo lo viviente, y por eso la gente muere.
La distopía imaginada en tantos relatos y en tantas películas, ya está aquí, pero nadie dice 'corten', y nadie puede cerrar las páginas.
En estas circunstancias, es lógico... matar.
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Esto que acabáis de leer es la transcripción de un texto criptográfico que he acabado de desencriptar hace una hora.
El escrito es mucho más largo, pero a partir de lo mostrado, la clave cambia, y seguro que me costará bastante tiempo dar con ella, si es que lo consigo.
El manuscrito, bien conservado, estaba en una caja metálica que encontré en una cueva/bodega a la que se supone que no había entrado nadie desde hacía, al menos quince años.
Escribo estas letras el día nueve de diciembre de 2022.
El legajo hallado tiene escrita una fecha en su primera página:
Febrero de 2025.
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