Qué difícil es lo recíproco. Qué difícil aceptar las idas y vueltas constantes de corazones pasajeros; creer, por un efímero momento, que alguno de ellos va a ser eterno. Pero ese momento acaba rápido y, a veces, incluso antes de comenzar, ya empezó el duelo.
Y pensar que nos han roto tantas veces el corazón… Y en cada lágrima de dolor nos preguntamos cómo alguien fue capaz de hacernos sentir tan vulnerables, sin darnos cuenta de que nosotros también provocamos ese mismo mar de cuestionamientos en otros: personas que creyeron en nosotros, que imaginaban un futuro a nuestro lado, mientras nuestros corazones buscaban un camino junto a la persona equivocada.
Quizás quienes nos amaron también lastimaron. También provocaron llantos. Sin querer, hicieron sentir a quien daba todo por ellos la nada misma. Porque estaban aferrados, al igual que nosotros, porque también se sentían vacíos a causa de nuestros rechazos. Porque se sentían rotos por amor, del mismo modo en que nosotros estábamos rotos por alguien más. Y así, sin darnos cuenta, nadie valora a quien lo ama del mismo modo en que no fue valorado por quien amó.
Pero, al fin y al cabo, nada es real si es forzado, y no podemos obligar a nadie a vernos como deseamos. Y aunque quisiéramos ver con otros ojos a quien siempre nos ha mirado, no sucede. Y así estamos todos: rotos, enredados en vínculos que solo dan felicidad por momentos. A veces, incluso sin ser felices, nos conformamos. Caminamos por la vida vacíos, buscando amor, deseando ser amados. Pero a quien amo no me ama, y a quien amás no te ama. Yo no puedo amar a quien me ama, y vos podés amar a quien no te ama. Esa cadena se repite una y otra vez en nuestras vidas.
Lo único que anhelamos, quizás sin decirlo, es que no sea así para siempre. Que llegue, por primera vez, un amor que nos consuma, que nos haga sentir tanto que olvidemos todas las veces en que nos sentimos nada. Encontrar a alguien que nos transforme por completo, no para perdernos, sino para encontrarnos más plenos. Que se dé ese momento en que ambas partes quieran lo mismo: cuando una mirada lo dice todo y las acciones hablan más que las palabras. Cuando la tristeza se vuelve calma en los brazos del otro y la seguridad no te abandona ni un segundo. Cuando un día malo no es tan malo… porque, al fin, amás a quien te ama.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión