Más acciones que palabras

Todos los domingos se realizaba una feria en el pueblo, en donde en una esquina siempre se encontraba el mismo hombre vendiendo sus loros enjaulados. En la misma posaba un cartel que decía
Loros en oferta, no son interpretes del habla.
Al comienzo del día el vendedor tenía seis Loros. Fue vendiendo uno por uno, y cada vez que lo hacía abría la puerta de la jaula, los sacaba y los entregaba al comprador.
Hasta que le quedaron los últimos tres, el hombre preocupado sin saber si iba a venderlos ese día o tendría que esperar hasta la siguiente semana, se acerco a una mujer, y le pregunto si los quería, a lo que la mujer le pregunto si le podía hacer precio por llevar dos,  el hombre acepto ya que era preferible volverse con un loro a volver con tres a su casa.
La mujer se acercó a la jaula y eligió a sus dos Loros,  luego leyó el cartel que se encontraba ahí,  y le pregunto si era verdad que los Loros no hablaban, el vendedor le confirmó lo que ya estaba escrito, pero agregó que al no saber imitar lo que uno decía, iban a ser menos molestos y más fáciles de cuidar. La mujer le dio la razón al vendedor y decidió comprarlos.
El hombre se acercó a la jaula, levantó hacia arriba el gancho de la rejilla del aviario y la abrió, sacó los dos Loros y cerró nuevamente la puerta bajando el gancho, y así evitar que escape el último loro que quedaba dentro de la jaula.
Metió los Loros dentro de una caja con agujeros para que puedan respirar, y se los entrego a la mujer.
Luego de que la mujer se fuera, el hombre se dirigió nuevamente a la jaula a ver el último loro que le quedaba por vender, pero se percató que la jaula estaba vacía, y el loro ya no estaba ahí. La puerta estaba abierta en par en par.
El último loro, si bien no podía ser un interprete del habla, supo observar y meditar las acciones del vendedor para poder escapar y ser libre.
"No es mas sabio el que mas habla, sino el que observa y medita antes de accionar"