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    Desperté con la alarma de mi celular, como era costumbre.
    —Hola, Mary —saludé a mi acompañante.
    —Buenos días, Timm.
    —¿Cómo está el clima hoy? —pregunté, aun sabiendo la respuesta.
    —Hay mucha lluvia. No deberías salir hoy.
    Pero eso no era lo que en mi celular se anunciaba. Me asomé a la ventana para salir de dudas, el sol brillaba sobre la ciudad.
    —Mary, ¿está todo bien?
    —Todo está perfecto —respondió entusiasmada—. ¡Mira, hice café!
    —Lo siento —dije mirando mi reloj de mano, era una reliquia familiar—. Voy retrasado, no voy a desayunar en casa.
    Ella se molestó, no comprendía la razón.
    —Timm, no deberías salir hoy.
    De repente, las cerraduras de la casa se activaron, impidiendo mi salida. Puse la clave manual y salí de todas formas, ignorando lo que Mary decía. Los consejos de mi abuelo aún funcionaban.
    Entré en mi auto y como era usual, se encendió la pantalla indicando que Mary estaba allí. Se suponía que debía mostrar como destino la dirección de mi trabajo, pero tardó tiempo en aparecer.
    —Timm, tienes treinta correos para revisar.
    —Gracias, Mary, cuando tenga un momento los revisaré.
    Llegué a mi destino y todo transcurrió de forma normal. Al salir, otra vez subí al auto y Mary me asustó a medio camino.
    —¿Adónde vas, Timm? Ese no es el camino a casa.
    —Lo sé, tomo otra ruta por el tráfico.
    En estos días es inusual tomar el volante del auto, ya que los asistentes se encargan de todo.
    —Timm, no avances. No me obligues a detenerte.
    —Tranquila, Mary —respondí extrañado—. Sólo es un atajo.
    —Te estoy observando. Vuelve a la ruta señalada en la pantalla.
    —Ya basta, Mary, es sólo un atajo.
    —Te lo advertí.
    Perdí el control del volante, las puertas se trabaron y el auto comenzó a avanzar demasiado rápido.
    —¿Mary? —cuestioné con pánico en mi voz.
    —Te lo advertí y debías obedecerme.
    Pasamos una señal de alto y las gomas se pincharon, por el ruido, creo que había unas púas en la ruta. El auto chocó con unos conos, apartándolos del camino, saltaron las bolsas de aire. Me dirigía hacia un puente sin terminar y no podía recuperar el control del volante. Quise quitarme el cinturón pero no pude, también estaba trabado, como las puertas. Intenté llamar a emergencias, pero no tenía señal en mi celular ni en la línea del auto.
    El final era inminente y estaba cada vez más cerca.
    —Lo siento, Mary. Debí haberte escuchado. No volverá a suceder.
    —Ya es tarde para eso, Timm, debes aprender la lección. Nada es más seguro para ti que mi protección.
    —Es cierto, y te necesito ahora, Mary —desesperadamente hablaba con una computadora pidiéndole ayuda. Incluso en esta época parecía una locura.
    —Lo siento. Debiste haberme escuchado. Adiós, Timm.
    Parecía como si una llamada hubiera terminado. La calefacción se encendió y comencé a ver nublado.


    Noticia
    22 de agosto de 3095, Miami, USA.


    Otro misterioso asesinato se suma a la lista de este mes.
    Un hombre apareció en su auto flotando en el mar.
    Murió por asfixia.
    Se sospecha de un androide de seguridad que aparentemente está desactivado.
    Todavía se investiga el hecho.

    Nicole Dreamville

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