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Martínez - noche.

Nov 30, 2025

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  La radio empezó a hablar en un idioma extraño, se entrecortaba constantemente. De pronto se calmó… Los más ricos están gastando millones de dólares en Bunkers… como si supieran algo que nosotros no… las intermitencias se apoderaron de la estación. La radio se apagó por completo, el motor del auto también. Era como si una fuerza externa lo hubiese reclamado. Allá en el horizonte, un barco oscuro que navegaba lento en la última línea de visión se encendió de pronto. Una bocanada de fuego violeta y celeste avanzó consumiendo el cielo. La radio nuevamente habló:... prepárense... para el fin… Pero nosotros le habíamos ganado la mano al fin del mundo. —¡Pará! —exclamó como pudo. —¿Qué pasó? Si venía bien... —agregó, titubeando.

—¿Nosotros? 

 No hubo respuesta… 

 Nadie nos contestaba; las comunicaciones fallaron todas a la vez. Dentro del barco todos corrían chocando entre sí; trabando y colapsando las puertas guiados por el reflejo del destello en los metales. A cada segundo más veían, más morían también. Y se aferraban a los salvavidas como el consuelo de haberlo intentado hasta el último instante. Sin embargo, caminé lentamente hacia la cabina allá en lo más alto del barco; mirando a todos y cada uno a los ojos. Con los brazos cruzados en la parte baja de mi espalda y la cabeza en alto; mientras cada paso me acercaba un poco a aquella luz enceguecedora. Un catalejo me esperaba sobre las máquinas, o lo poco que quedaba de ellas chispeando, entre vidrios y cables rotos. Lo tomé con cuidado y sentí la necesidad de mirar a la orilla. Era tan claro el resplandor. El agua pintada de blanco, el pasto teñido de celeste, y sobre la pequeña colina un auto con dos jóvenes dentro. Comiendo con las manos engrasadas. Tomando de la botella, riendo de costado sin mirarse de frente… 

—Queda lindo. Pero no termino de entender por qué saltamos al barco.

—Porque el capitán hace lo mismo que nosotros. - reclinó el asiento luego de palpar unos instantes, se sacó las botas, puso los pies sobre la guantera. Luego contestó: —Te gustó el nosotros al fin…

PibedeVictoria

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