María amaría ser amada,
Pero a María no le gusta como la aman.
A María le encantaría conocer a María,
Pero a María no le enseñaron como se ama.
María promete que la mimaría,
Pero María cree estar arriesgada.
Miedo al dolor, a la traición,
O terminar abruptamente enamorada.
María no quiere ser amada por otro que no sea él,
—aquel amor ingenuo y deshonesto que le hicieron creer—.
María no quiere que la arranquen de su propia piel,
Pero María solo intenta hacerla pertenecer.
María es efímera y planea correr,
Teme por otros labios enloquecer.
Quiere el amor y no el dolor, —imprescindible—
Y es su momento de aprender.
María promete que puede doler,
Pero al morder la manzana la va a convencer.
Y al darse cuenta de que no debe temer,
A su lado volverá a amanecer.
Porque el amor,
Requiere el dolor,
Y el dolor lo requiere a él.
Siendo el mismo aquel juego,
Que sin importar las caídas,
Vale la pena ganar o perder.

melanie
Domesticando un corazón acostumbrado a las ausencias y un cuerpo tan moldeable como hojas de papel.
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