Entre tantas luces de led
bordeando las calles,
pantallas gigantes
emitiendo publicidades
a toda hora,
y figuras holográficas
haciendo campaña
en los espacios públicos,
la lluvia parece algo de otro mundo.
Debajo de todo este maquillaje,
el campo prevalece en silencio.
No importa cuánto se invierta
en la modernización de una ciudad,
ni cuánto avance la tecnología,
las malezas seguirán brotando
entre las grietas de las veredas
y en los baches del asfalto;
los horneros seguirán
construyendo sus nidos
sobre cada poste y antena,
sin pedirle permiso al Municipio.
¿No oyen el galope de caballos,
confundiéndose con el ruido metálico
del tren que pasa por el puente?
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