Manual de instrucciones para ahogar un fantasma
Abr 10, 2025

Pregunto al espejo del baño — ¿Qué quieres de mí?—
pero solo devuelve a un tipo afeitándose con lluvia ácida,
recortando barba y pedazos de vergüenza
mientras la canilla gotea click-click de un revólver oxidado.
Hay un sótano en la casa donde guardo los retratos del verano:
mi madre riendo con el vestido celeste,
el perro que enterramos sin lágrimas,
y yo —ocho años, inocente— jugando a ser inmortal.
— ¿Por qué no huyes de mí?— digo al eco de la escalera
donde cada escalón es un año maldito que subo descalzo.
Las paredes transpiran recuerdos en VHS:
veo mis manos abriendo ventanas que no tienen afuera,
mientras alguien canta Don’t Speak de No Doubt en la cocina.
El cuerpo es un kiosco de barrio después del cierre:
grito canciones de los 90 entre botellas vacías
y escupo cristales de un amor que se rompió en el ’99.
En el jardín, cavo hoyos para plantar lámparas quemadas
y leo “Cómo dejar de ser uno mismo” en edición de bolsillo.
De noche, el insomnio me ofrece un catálogo de finales:
Opción A: pastillas azules con sabor a mar.
Opción B: la soga que usó el abuelo para colgar la hamaca.
Opción C: seguir siendo este hombre que desayuna silencio
y escribe poemas con tinta mezclada con sal.
¿Qué queda cuando apagas la luz y el miedo empieza a ladrar?
Tal vez solo esto: una llave que no abre ninguna puerta,
un reloj detenido a las 3:47 AM,
y la misma pregunta flotando en la sopa fría:
— ¿A quién debo llamar para cancelar mi propia ausencia?—

Giovanni Battista Manassero
Escribo para encontrar lo extraordinario en lo cotidiano, entre el absurdo, la nostalgia y el mate bien amargo.
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