Hoy la vida puso en mi camino a alguien con pasiones, inspiraciones y una personalidad muy similar a la mía.
Es como tener frente a mí un reflejo, un yo en otro cuerpo, en otro género.
La diferencia es que tiene todo lo que soñé:
una familia estable que le respalda,
el apoyo para cumplir cada sueño,
y un talento innato para el arte…
ese arte que, más de una vez, me ha salvado.
A simple vista, parece una persona trofeo:
de muy buen ver.
¡Vaya genes que le han heredado!
Tiene un ánimo y una calidez que inspiran confianza.
Después de todo, logró algo casi imposible:
el contacto físico que tanto repelo.
Yo, que recelo mi espacio personal,
que prefiero omitir el afecto físico,
que no siempre sé cómo traducir mis sentimientos en gestos.
Su compañía fue mágica, el momento y la acción me abrazaron en una mezcla de deseo y ternura.
Por un momento, sentí que podía dejar salir mi alma
y simplemente sentarme a su lado, en calma,
sin necesidad de hacer nada.
Y, sin querer, le comparé con mis pasados…
justo con aquella última persona a la que solté de mi vida.
Ama mi cabello corto...
Mientras aquel pasado insistía en que lo dejara crecer.
Me busca la mirada, y se detiene en ella incluso cuando no le miro directamente...
Mientras mi pasado evitaba hasta mi presencia.
Escucha cuando hablo de algo que me gusta, y siempre encuentra el lado bueno, la chispa positiva...
Mientras lo pasado me miraba con extrañeza por hablar de cosas tan simples que no comprendía.
Hoy, cuando me equivoqué de dirección,
tiré el agua e hice un ruido extraño,
me calmó con una sonrisa y una voz dulce que dijo:
—Está bien, no pasa nada, tiene arreglo—....
Mientras que el pasado me negaba cualquier solución.
Mi lógica me dice que está fuera de mi alcance,
que pertenecemos a vidas y niveles muy distintos.
Pero mi corazón se niega a escuchar.
Teme manchar su reputación,
teme apagar su brillo con mis propios miedos.
Mi cuerpo, sin embargo, le desea.
Quiere tocarle, besarle, abrazarle… y no soltarle.
Y aun así, sé que la vida intenta enseñarme algo:
que puedo aspirar a más, pero que antes debo trabajar en mí.
Sé que no eres para mí,
porque eres tan libre como yo deseo ser.
Tu perfección, tu delicadeza, tu sensibilidad y tu talento me fascinan.
Pero no pienso retener a una luciérnaga.
Porque, al final…
a mí no me gustan las luciérnagas.
- D. Duality -
Carta I a mi artista
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