Maniática

Tengo tres manías.

La primera es poner repasadores en la mesa como si fueran individuales. No soporto las migas, y en esta casa la actividad favorita de mi familia es rallar el pan. Son tan diminutas y de textura arenosa que, con solo tocarlas, me provocan una molestia que roza la histeria. Ni hablar de cuando caen al piso y crujen bajo mis pisadas.

Mi segunda manía es acumular cosas relacionadas con un personaje de Sanrio: Pompompurin. Ese perro amarillo con boina me robó el corazón. Cada peluche, llavero, figura, lapicera o hasta un simple sticker que veo de él, necesito tenerlo. Es mi alma gemela, y no lo digo en joda. Su personalidad parece una descripción de mí: gentil, generoso, amante de lo dulce y los colores cálidos. Mi espíritu animal.

Mi tercera manía… Imaginar escenarios ficticios con personajes de diferentes historias mientras escucho música. A veces, me obsesiono con una sola canción durante una semana. La historia de Ellie (personaje inventado) y su amado Chrono (también inventado) puede ser tan trágica que me hace llorar; la canción de fondo suele ser Wildflower de Billie Eilish. Otras veces, imagino una historia de acción y violencia sangrienta con Carnival of Doom de The Supreme Team como banda sonora. Ellie es la hija de Lucy y Acnología, personajes de Fairy Tail. Nunca surgió esa pareja en la historia original, solo tomé prestados sus nombres y un poco de contexto para seguir inventando mis propias historias. Llega un punto en el que puedo pasar una hora sentada en mi cama, mirando a la nada, mientras mi mente se sumerge en ese mundo de fantasía.

Algún día, voy a perderme por completo en esas historias románticas. Triste. Es lo más cercano al romance que puedo estar.