Me persigno porque te extraño y tengo frío. La otra vez escuché el bombeo de tu sangre desde tu pecho. El músculo cardíaco dilatándose y contrayéndose para hacer fluir oxígeno por tus arterias, por cada rinconcito de tu cuerpo. Fue la última vez que me tocaste. Ya no creo en Dios. Pero debe haber un ser mayor encargado todos los días de autorizar todos los milagros que te permiten respirar. Tus células se duplican y tus pulmones se ensanchan y tu corazón corre y tus pestañas cuidan esos tus ojitos y tu mano acariciaba mi pelo y tus hombros están cansados. Tus manos tiemblan y las mías también porque te extrañan. No te lo he dicho pero ahora rezo por las noches. No pido mucho: solo un milagro. Mañana también, por favor, que tu sangre no olvide el recorrido de tu cuerpo.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.

-19.12.47.png-reduced--pN6AD)
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión