mobile isologo
buscar...

mamá

Dec 17, 2025

67
Empieza a escribir gratis en quaderno

Quisiera poder escribirte con amor puro, de ese que no duele, pero me sale enredado, como si las palabras se tropezaran con todos los recuerdos.

A veces pienso que vos y yo fuimos dos heridas que se tocaron y nunca supieron cómo curarse.

Me dijiste cosas que todavía me duelen cuando respiro.

Dijiste que papá hizo bien en irse, que yo era una decepción, que no valía la pena.

Y aunque intento convencerme de que eso vino de tu enojo, de tu cansancio, de tus propias frustraciones, hay noches en las que todavía me lo creo.

Porque si mi mamá no me quiso, ¿cómo se supone que me quiera yo?

No sabés cuántas veces quise abrazarte igual.

Aunque me gritabas, aunque me hacías sentir chiquita y culpable.

Quise abrazarte porque te veía triste, aunque fingieras que no.

Porque sabía que adentro tuyo también había una nena pidiendo amor, una nena a la que nadie le enseñó a querer sin destruir.

Te juro que muchas veces deseé que me pidieras perdón, aunque fuera con una mirada.

Pero nunca llegó.

Y tuve que aprender a perdonarte sin escucharte decirlo.

Tuve que inventarme una versión tuya que pudiera amar, aunque no existiera del todo.

Perdonarte no significa justificarte.

No significa que estuvo bien lo que hiciste.

Significa que ya no quiero que tu voz me siga gobernando la cabeza.

Significa que quiero poder mirarme al espejo sin escuchar tus frases repitiéndose como un eco.

Te escribo porque no quiero odiarte más.

Porque el odio me ata, me enferma, me vuelve parecida a lo que más temía.

Te escribo porque quiero cerrar este ciclo sin cerrar mi corazón.

Porque a pesar de todo, una parte mía todavía te ama, o quizás ama la idea de lo que podrías haber sido.

Y aunque no lo digas, sé que en el fondo también me amás.

De tu manera confusa, torpe, silenciosa.

Capaz que nunca supiste cómo hacerlo.

Capaz que también te dolió verme crecer, porque te recordaba lo que vos perdiste.

Mamá, no quiero seguir siendo la hija que carga con tu tristeza.

No quiero seguir pidiendo que me mires con ternura.

Quiero ser libre.

Quiero ser la mujer que vos no pudiste ser.

Quiero sanar por las dos.

No sé si algún día vas a entender cuánto daño me hiciste.

Pero ojalá un día puedas ver también todo lo que te perdoné.

Y si el universo te escucha como decís, ojalá te haga sentir un poquito de la paz que yo tanto busqué.

A veces pienso que nací para entenderte sin llegar a parecerme. Para romper ese bucle.

Y sin embargo, hay días en los que me miro al espejo

y veo tus gestos escondidos en los míos,

como si todavía vivieras en mis formas de mirar,

en la manera en que me abrazo cuando nadie me ve.

No quiero culparte por lo que no supiste darme.

Quiero pensar que hiciste lo que pudiste con lo que tenías,

con los silencios que heredaste,

con la falta de abrazos que también te dolió.

A veces me gustaría poder entrar en tu cabeza

y entenderte por completo.

Saber qué cosas te asustaban,

qué te robó la calma,

por qué dolía tanto quererme.

Y aunque nunca pueda saberlo,

te prometo que sigo intentando comprenderte sin justificarte.

Quisiera poder devolverte el tiempo,

regalarte una versión de mí más liviana,

que no te pida tanto, que no te duela tanto.

A veces me duele pensar que también te cansé,

que fui un espejo donde se reflejaba todo lo que te dolía de vos misma.

A veces me gustaría volver a ser chiquita

y acostarme a tu lado sin miedo a molestarte.

Quedarme callada escuchando cómo respirás

y pensar que con eso ya bastaba,

que el amor era eso: existir al lado de alguien sin que duela.

Si pudiera, te abrazaría ahora,

no para pedirte perdón ni para perdonarte,

sino para agradecerte, aunque no sepa bien por qué.

Quizás porque, a tu manera, me enseñaste lo que es el amor,

aunque haya sido a través de la falta.

Y a veces pienso que esa es tu forma de seguir viva en mí:

en todo lo que intento sanar.

Quisiera que veas que yo no soy tu enemiga, que todavía soy esa hija que solo quería que la mires con cariño.

Que sigo esperando que un día me hables sin gritar, sin reírte de mí, sin usar mis errores para lastimarme.

Pero si ese día no llega, igual voy a seguir eligiendo no parecerme a vos cuando te enojás.

Voy a seguir eligiendo sanar, incluso si eso significa alejarme de la herida que me diste.

Porque al final, aunque vos no lo sepas, todo esto que escribo también es amor.

Un amor cansado, herido, pero amor al fin.

Mamá, no quiero prometerte que voy a olvidarlo todo.

Solo quiero prometerte que voy a intentar recordarte con amor siempre que te extrañe.

No sé si algún día vas a leer esto,

ni si te gustaría hacerlo.

Pero ojalá, si alguna vez te llegan mis palabras,

no te hieran.

Ojalá las sientas como un suspiro que se escapa,

como un intento de paz,

quiero que sepas que sigo siendo tu hija,

pero una hija que por fin puede decirlo sin llorar. Una hija que no busca culpables,

sino sentido.

Porque al final, mamá, te quise siempre.

Incluso cuando juré que te odiaba.

Incluso cuando me hacías llorar hasta quedarme sin aire.

Incluso cuando me rompiste el alma.

Y quizás ese sea mi mayor acto de amor:

seguir queriéndote, pero sin destruirme.

Soltarte sin dejar de recordarte.

Dejar de buscarte en cada abrazo que no me dan.

Luana Moll

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión