Otra vez martes, otra vez nublado. Salgo de casa y hay cada vez mas cantidad de perros en la calle, ¿De donde salen? ¿Porqué los abandonan? ¿Porqué dejan que se escapen?
Subo a un colectivo repleto de gente que intenta existir en la miseria que nos toca, hacinados, alienados, mirando una pantalla que nos muestra el sol que no vemos por la ventana.
Miro al otoño al otro lado de una ventanilla mugrosa, el barro, las hojas, la basura se acumula en pilas en diversas esquinas, me pregunto porqué, ¿Porqué el ser humano es tan destructivo, tan invasivo, tan descuidado?
Llego al aula, me siento cerca de la ventana para evadir a quien no quiero escuchar. Las horas pasan, sigo mirando al otoño, las hojas amarillas, el barrio gris, el barro acumulado. Otra vez me vuelvo a preguntar que hago acá, sigo sin encontrar respuesta.
Al final me doy cuenta de que ni el otoño, ni el gris, ni el barro ni la basura son las cosas que me predisponen a un amargo día, si no el lugar que habito, la gente amontonada, los ruidos excesivos.
Todo se hace cuesta arriba cuando el lugar que habitas no es el que amas.
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Lucia
Siempre quise tener el mundo en una mano pero me gano la fiaca. Pasen, lean, comenten, lloren y disfruten.
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