Hola Marta, recibí tu mail. No voy a ir. Pasaron más de veinte años y nada cambió. No sé cómo hiciste para contactarme, pero prefiero que sea ésta la última vez. La sola idea de evocarlo me revuelve el estómago. Me lleva a mi infancia. A las ganas de matarlos que tenía. Vagos intentos de ardides aniñados con un único propósito: no ver sufrir a mamá. La tristeza es una sensación que te pone en pausa permanente. Así vivimos desde que pasó lo que pasó. Entendí sí. Cuando fui más grande, entendí.
Despedilo en mi nombre si te parece. Intuyo que tu capacidad para mentir, sigue intacta.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión