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Magia. Para Sofía número tres.

Feb 2, 2025

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Me tengo que tratar con el suficiente desprecio como para que cuando te mencione, seas el contraste necesario que me mantenga cuerdo.

Busco formas precarias, pero ingeniosas, para resguardar la esperanza. Me abruman un poco las magias de hablarle a una pantalla mientras se transcribe el texto. Cuando antes, eran sólo mi libreta y vos.

Qué distinto es como te pienso dependiendo de lo que tomo. Y hoy estoy lo suficientemente lúcido como para no tener que buscarte en otros planos. El agua caliente humecta la yerba, y no precisa mucho más. No tenés entonces que flotar por mis párrafos o ir dándole vueltas a los techos, hoy me basta y sobra con que respires, o que golpees las uñas con el vidrio de la mesa y te vayas sincronizando sin darte cuenta, con el golpeteo sutil del reloj allá a lo lejos. Te juro que no es voluntario, pero me quedo mirando las agujas y me tiento a pensar cuál de los dos marca los pasos, en esta danza sutil con la suficiente distancia como para que ninguno se tropiece. Y mirá que son grandes los dramas en los que me meto, cuando relato cómo es que hacés trastabillar al tiempo en sus distintas formas.

Extrañas las transfusiones de tus besos, algo de tu sangre se mezclaba con la mía, y no me hacía falta inventar nada.

Te mancho el pantalón blanco, tocándote con la punta de mi torpeza, con mi descuido. Y surcás sin notarlo no solo el paso a nivel de Acasusso, no bailás solo entre las vías, te escurrís por todos lados, y te encontrás de pronto cabiendo entre mis venas, en los recorridos repugnantes de mis arterias, como también en el olor inconfundible de los jazmines que le hacen de fondo al tren. Siempre me hacen acordar a vos, y yo no quise nunca tatuarme, y me reí de los tatuados, y de los tatuadores. Pero llevo una marca que no se borra con nada y que coincide casualmente con el tamaño de tu mano, cuando se desliza en mi pecho.

Releo estos textos y tienen tu altura, tu falta de cordura, tus ojos marrones y un error en los besos; el mal cálculo que cae en otra boca desprevenida. Estoy cansado, algo repugnante, repulsivo y risueño, pero no sé por qué me río. Hay rituales que perduran, que no se me borran con nada. Sé que tienen una causa exactamente en vos. Cómo me desapego de todo eso que te pertenece si solo quiero ser mío una vez.

Me quedan estos textos crudos, no los analizo, los disecciono, o miro las partes. Las expongo al sol, toco esos órganos que se acomodan sobre la mesa uno al lado del otro, voy metiendo el dedo, clavando las uñas. Buscando entre los ligamentos, los huesos y las vísceras. A ver si es que de casualidad, vuelvo a encontrar al corazón.

PibedeVictoria

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