Me diste la vida como quien da una cadena,
me hiciste nacer en un lecho de pena.
Tu voz no fue arrullo, fue grito de guerra,
tu abrazo, prisión, tu amor, una sierra.
Sembraste veneno en la cuna vacía,
robaste mi infancia, quebraste mi guía.
Fingías ternura con labios de fiera,
me diste la herida que nunca se cierra.
Te llamo madre, y el eco me hiere,
tu nombre en mi boca se pudre y perece.
Eres raíz seca, espina en la piel,
un falso refugio, la máscara cruel.
Hoy te devuelvo el odio guardado,
mil noches de llanto, silencio arrancado.
No hay perdón que mitigue este clamor:
tu sangre en la mía es mi maldición.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión