me repito, estoy bien. me lo repito hasta que se convierte en una blasfemia que me escurre de los labios. pero es en días como hoy, cuando el peso del aire me perfora el pecho, que te recuerdo. y pienso: "al alba todo pasará", pero el peso sigue, se atora, se queda fijo en mi carne. me permito sentir, dejo que se ancle en mis clavículas, que tus besos se reproduzcan en mi piel como una carcoma; no es igual, no es tu amor.
¿qué otra cosa puedo hacer sino esperar, sino arrastrarme en esta añoranza que se estancó en algún invierno? me permito vaciarme, purgar lo que ya no existe. pero no es suficiente, nunca lo será, porque ante tus ojos, soy el mismo condenado, quien lleva la muerte en los ojos, el necio que carga con el pecado grabado en su mirada.
y si en algún instante, amor mío, tus brazos buscan el peso de mi cuerpo, si tus ojos claman por el reflejo de mi tristeza, si tus labios gritan lo que ya no podemos nombrar, estaré aquí. esperando. con el amor intacto entre mis manos.
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