Desaparece la esperanza,
sucumbe nostálgica
la desazón de no mirar
las estrellas al cantar.
En una suerte de epopeya
han nacido las fuerzas
que solivian en las fauces
de aquellos ríos sin cauce.
Trazar su destino
es resaltar sin atino
las acciones crecientes
del silencio insurgente.
Es menester el luchar
por el común deseo manjar
de los cuerpos olvidados,
toscos y despojados.
Rugen las tripas,
mueren los días,
y sucumben los sueños
de los vacíos dueños.
Agradecer por la fuerza
no será más proeza
cuando se levanten
los únicos que combaten
en una guerra sin tregua,
que se divisa a leguas
el único camino a tomar:
luchar.
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