Lucesita

Ella se iba lejos, muy lejos. Ni siquiera tenía asegurada su estadía. Su salud, pendía de una cuerda. Al regresar de ese viaje no iba a tener un lugar en donde vivir, casi todo en la vida de esta chica estaba incierto, cabe aclarar que tampoco tenía pareja y necesitaba de otro trabajo para mantenerse. Pero lo único que le importaba en ese momento era aquel viaje muchas veces postergado con su amiga a su lugar preferido del mundo.

A medida que su viaje se fue gestando apareció un ser inseguro, incomprensible, prohibido y amable en su vida. Ella lo dejó entrar. Este último personaje empezó a codearse en la cabeza de ella contra los detalles del viaje, y en vez de recordar el NRO de vuelo que tomarían, ella se acordaba de los ojos de Él. 

Cuando su amiga le preguntó si había visto el pronóstico del tiempo en los momentos de su visita, ella recordó que el viernes estaba enredada en los brazos de Él. Cuando una noticia en TV nombró a este lugar tan hermoso que ella visitaría pronto, recordó como Él la hacía llegar hasta el éxtasis del placer.

Finalmente, el momento del viaje llegó, por suerte, ella se fue olvidando un poquito de aquel que le hacía olvidarse, un poco, de sus problemas. Pero, cómo esa lucecita roja que queda prendida de un enchufe, una TV o cualquier equipo apagado en la oscuridad, iluminaba en su cabeza una frase del ser inseguro, mandame una señal de que algo pensas en mí.

Qué frase egoísta, pensó un momento, Pero al instante se le fugó, subió al avión y y el estado emocional viaje se le activó a máxima potencia.

Los primeros momentos del viaje fueron de exitacion y felicidad. Visitaron calles, plazas y museos y llego por fin el momento de descanso. Se prendió la lucecita roja, lo recordó como más le gustaba a ella, la sensación de su cuerpo al ser tocada por él, la forma de sus caricias, cómo la trataba, unas sensaciones íntimas que finalmente hicieron en ella que descanse como hacía años no descansaba, en su lugar preferido en el mundo, pensando a la persona que mejor la trataba en el mundo.

Al volver su cabeza al viaje todo volvió a ser nuevo y mágico. El clima seco de montaña, frío acogedor acompañado de un calor ventoso, hicieron que ella disfrute lo que había anhelado por mucho tiempo. Las risas, las complicidades, los momentos compartidos hacían su viaje único y especial. Pero en cada instante en el que mente se iba del viaje, aparecían, en memoria, los ojos de Él. Se le vino una imagen, de las mejores vividas juntos, eso la alegró, y de repente se acordó de la frase egoísta y recordó que sí pensaba en él, que era injusto (egoísta, pensó) no mandar esa señal. Nunca la mando...