Pedro Salinas en Largo Lamento escribió que solo muere un amor que ha dejado de soñarse.
Y yo, Melanie, decido escribir lo siguiente:
Ya no estoy dispuesta a vivir de una idealización fomentada por palabras sin valor, que lo único que generan es dejarme viviendo de sueños que jamás se van a concretar.
Hay personas que no están interesadas en reparar las cosas, sino que deciden arreglarlas de manera mediocre para que funcionen temporalmente, y que así luego se repita un ciclo.
También hay personas que jamás se satisfacen; no importa todo lo que hagas por ellas, nunca va a alcanzar.
Prefiero destinar mi tiempo al aprendizaje de que hay situaciones que están fuera de nuestro control.
Y es por eso que dejo de desear.
Los momentos que vivimos ya no tienen un futuro de ser
Las conversaciones pendientes prefiero dejarlas morir.
Decido no darle más lugar a un ser cuya presencia está marcada por un gran signo de interrogación, ya que nunca sé si es temporal o si esta vez te vas a quedar.
El vértigo que padeces también se ve reflejado en el miedo que te genera la grandeza de los compromisos que yo estaba dispuesta a darte.
Yo quería concretar muchas cosas con vos, pero entre nosotros no había espacio para tanto. Tu ego y orgullo llenan todos los silencios de los perdones que me tendrías que haber dicho.
Pero entiendo que toda esperanza siempre fue un sueño, y por eso lo dejo sucumbir, ya que a vos nunca te importó.
Y a mi ahora tampoco.
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