Es extraño el vacío que queda
cuando alguien se va.
El miedo que se impregna,
como si odiara la idea de olvidar lo
aprendido y dejar de usar lo que
conserva el recuerdo de tu rostro.
Veo cada habitación como si siguieras ahí,
por cada espacio.
Sueño y te sigo viendo,
así que despertarme es horrible.
A veces intento dormir más temprano
y despertarme más tarde,
queriendo vivir en la ilusión de que
aún puedo escuchar tu voz.
Puedo sentir tu ausencia,
pero aún no logro acostumbrarme a ella.
Ya no lloro hace mucho,
pero el mundo se detiene cuando
escucho tu nombre ser
susurrado con temor,
como si ese llamado fuera aterrador.
Es extraño el sentir tan pesado
que queda luego de una ausencia.
No sé qué camino tomar,
porque nadie me enseñó los
cambios a los que me tenía que enfrentar.
Ahora me encuentro en un
desierto caluroso y,
al mismo tiempo,
en un invierno tan frío que cala mis huesos.
Tengo miedo de acostumbrarme a
tu ausencia y que eso
traiga consigo el destierro
del recuerdo de tu abrazo en mi cuerpo.
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