Los lugares donde fuiste feliz
ya no existen.
No importa que sigan ahí.
No están.
Se fueron.
Se rompieron con el tiempo.
Se deshicieron sin hacer ruido.
Volvé.
Dale, volvé.
Andá a la casa de tu infancia.
Abrí esa puerta.
Pasá al comedor.
Está la misma mesa.
El mismo piso frío.
La ventana donde entraba el sol.
Pero no está tu risa.
No está el olor a tostadas a la tarde.
No están tus dibujos en la heladera.
No está tu abuela.
No están sus manos tibias.
No está su voz diciéndote que todo iba a estar bien.
Y no sabés si alguna vez lo estuvo.
Volvé a tu escuela.
Parate en la vereda.
Mirá el portón.
Está igual.
Pero ya no se abre para vos.
Ya no sos esa nena que corría con miedo al timbre.
Ya no está el recreo que duraba para siempre.
Ni los gritos.
Ni las mochilas tiradas.
Ni tus amigas esperándote.
Porque no estás vos.
No esa vos.
Esa que no sabía nada de la vida
y aún así era feliz.
Esa que lloraba por pavadas
y reía por cualquier cosa.
La que creía que todo era eterno.
Volvé si querés.
Comprá la casa.
Entrá a tu pieza.
Volvé a mirar ese cielo desde la ventana.
Pero ya no está el monstruo del placard.
Ni la lámpara de princesas.
Ni el miedo a crecer.
Ni las promesas que hiciste en voz baja.
Y lo entendés.
Tarde, pero lo entendés.
No era el lugar.
Era el momento.
Eras vos.
Eran ellos.
Era todo eso que ya no vuelve.
Y dolés.
Dolés como si te faltara una parte del cuerpo.
Como si una versión de vos misma se hubiera muerto
y todavía no hiciste el duelo.
Querés volver.
Desesperadamente.
Querés abrazarte.
Querés no haber crecido.
Querés volver a ese lugar
donde no sabías lo que era perder.
Pero no se puede.
Porque volver no es lo mismo que regresar.
Porque el tiempo,
el tiempo no vuelve.
Y vos tampoco.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión