La historia de cómo la mayoría de Ellos llegó a este pueblo de paso es similar. Allá, por los años 80 o 90, gran parte del grupo buscaba paz, tranquilidad, confort. Otros buscaban trabajo, formar una familia o incluso llegaron para educar a los “incompetentes del interior”.
Las quejas en este conjunto de extranjeros parece ser lo único que los une. Parece ser, de hecho, que la ciudad nunca tiene lo suficiente para satisfacerlos. Todo aburre. La gente, el centro, los locales, las plazas, el campo. De donde vienen siempre hay más, pero acá todo parece quedarse corto; y es que para Ellos todo es una basura: las mujeres, el centro, las calles, las mismas personas en todos lados, la falta de verde, el cine, el alma de la ciudad. Nada para Ellos funciona. Todo es silencioso. Atemporal. Limitado. Basura.
Ella no es de acá, como Ellos, pero los escucha con tanto enojo defenestrar la tierra que la recibió con los brazos abiertos que logra que Él se de cuenta. De hecho, Él tampoco es de acá. Llegó en la misma década que Ellos y se quedó prácticamente por los mismos motivos. Vino a estudiar desde una ciudad de apenas diez mil habitantes, se casó, tuvo hijos y hoy elige seguir acá. En parte por Él pero también por su linaje.
Ella llegó hace más de cuatro décadas a una ciudad que era mucho más remota de lo que es actualmente. No sabe cómo ni por qué terminaron en este pueblo, pero adoptó el nuevo hogar casi sin dificultad alguna. Hasta que volvía al Sur. Frente a la mínima conversación con algún patagónico afirmaba con honra haber nacido en uno de los lugares más olvidados del país. Tal vez desea encontrar parientes que nunca conocerá, o tal vez busca respuestas sobre sus orígenes, que forman parte de una identidad sesgada por la firmeza de su madre.
Ella los ve, reconoce que Él no es parte de Ellos. Algo en sus gesticulaciones permite que se de cuenta. Ellos continúan con su listado de quejas, ahora políticas. "Los comunistas son los culpables de que esta ciudad esté así de arruinada". Brindan por el cambio que se va a encargar de exterminar al enemigo. Un enemigo que se parece a Ella. A Él.
¿Será que de donde vienen Ella y Él no había nada?, ¿será que era la única oportunidad para crecer? Y es que no tienen más que eso. Una porción de tierra donde aprendieron, amaron, sufrieron y formaron nada menos que su identidad.
Ellos la miran esperando que dé su opinión. Cansada, enojada, derrotada comprende que con los inconformes no se puede discutir. Siempre esperan un poco más de las mujeres. Una pequeña mueca. Una risa sutil. Pero no les da nada a Ellos. Porque no hay nada que moleste tanto como la indiferencia. Indiferencia que tanto Ella como Él sienten de los inconformes con ese pueblo que les dió todo. Unidos solo por el amor a una ciudad, se miran. Finalmente entienden la utilidad de Ellos: reafirmar las ganas de pelear por lo propio.
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