Crecimos trepando árboles, sintiéndonos tan poderosos como si acaso hubiesen sido montañas. Mi hermano y yo. A veces se me cruza por la cabeza que tal vez esos tiempos de ingenuidad y recreación podrían haber sido sueños, alucinaciones. ¿Y por qué no? Apenas lo siento; la sensación de eternidad de los fines de semanas, el vértigo de mirar no importara dónde, la seguridad de que, al poner los pies sobre la tierra nuevamente, mi abuela estaría ahí. No me sorprendería si fuese producto de mi imaginación a esta altura. Es todo lejano, apenas siquiera me creo con el derecho de hablar sobre esa vida, esos árboles, esa abuela. Tantos años pasaron desde aquel momento que, como otros recuerdos de la misma época, me esfuerzo por mantenerlos cercanos y los estiro y los estiro, y los cuento y los cuento tanto que ya no sé si poseen el mismo significado. ¿Seguirá la magia ahí? Tal vez debería dejarlos descansar.

KAIKI
Neurodivergente, artista, fotógrafa. Escribo reflexiones y relatos, en prosa y verso libre. Me fascina lo humano, lo existencial, lo nostálgico, los recuerdos y lo onírico.
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