Los días ya no son lo mismo. Planeé una vida para mí y no puedo ir de acuerdo al plan. Busco causas- depresión estacional, o síndrome pre menstrual. Quizás sea el desempleo. O quizás, es la misma depresión de hace cinco años. ¿Cómo se puede saber si es la misma, o si son diferentes?
A la mañana no quiero levantarme. Cuando lo hago, no quiero hacer mis deberes. Siento que me pesa el cuerpo, un enorme vacío que ya no es ni de adentro mío, sino externo, y me aplasta, me neutraliza.
Me pregunto cómo hubiera sido mi vida si mi padre hubiera sido responsable de sí mismo y de mí. De mis hermanos. De mi madre. Cuando iba a terapia todos los caminos conducían a él, y quizás era por algo. Quizás ahora también. Mi padre, que algunos días es uno y otros días es otro. Evitativo, cariñoso. Yo soy igual. Cambiante. Evitativa. Alguien tenía que salir a él.
Me pregunto cómo hubiera sido mi vida con otra posición económica. En otro país.
Miro las vidas ajenas y las estudio, para ver cómo pudo haber sido la mía.
Rezo a Dios porque un día alguien me ame, rezo, rezo, dejo de rezar. Tengo clases y nunca me animo a abrir la boca para decir algo. Sonrío a extraños esperando que se animen ellos a ser los portadores de la palabra, pero nunca lo son.
Imprimo los textos y nunca los leo. Imprimo, imprimo. Hago compras. Espero. Sonrío. Saludo. Siento miedo de ir a hacer las compras. Tengo miedo. Compro un libro por internet y planeo retirarlo el miércoles. No me animo a retirarlo el miércoles. Le pregunto a mi mamá si me puede acompañar. No puede.
Voy al dentista, y mi tía me acompaña, y es bueno que mi tía me acompañe. Es bueno sentir que hay alguien en el mundo que se preocupa por mí. Pero ¿y si le fallo? ¿Y si no puedo ser esa persona inteligente que ella imagina? Que quizás alguna vez creyó ver.
Ya tengo veintitrés. Y estoy perdida.
Cocino. Tomo té. Y lloro.
Y espero que alguien me pregunte cómo estoy, pero nadie me pregunta. Pienso que quizás lo noten, pero no lo notan. Pienso. Miro videos. Evito hacer. Evito decir.
Los días ya no son lo mismo.
Algunos días pienso en él. Te odio, te odio, digo, aunque se suponía que ya no lo odiaba. Pero el rencor nunca se va.
Me baño, me pongo ropa. Trato de no usar la misma ropa de siempre. Uso la misma ropa de siempre. Escribo. Escribo. Escribo.
Pareciera que siempre estoy escribiendo lo mismo.
Se me pudre la muela, y quizás, si mi padre hubiera sido otra persona, yo ahora tendría la muela sana. Y quizás no tendría ninguna enfermedad. Y quizás, si él me hubiera dado la confianza para existir, podría hablar en clase. Y podría decir algo interesante. Quizás tendría amigas, y ninguna enfermedad.
Me siento como un niño que no fue amamantado. Siento todo el tiempo que había una versión mejor de mí que no pudo existir.
Escribo, y creo personajes pensando que así la vida tendrá un sentido, pero no lo tiene, y no lo encuentro, y me canso de buscarlo. Lo veo en todos lados. Y aún así, siento que ese sentido no aplica a mí. Que está reservado para alguien más. Toda esa vida pasando tan cerca de mí y yo no puedo meterme.
Hago compromisos. En momentos de ánimos. Pero después ya no los siento, y paso horas lamentándome por haberme comprometido a llevar mi cuerpo a algún lugar un viernes por la mañana, cuando podría estar durmiendo, cómoda, sola.
Duermo. Duermo mucho, y me cuesta salir de ese estado. Sueño, y ya no recuerdo mis sueños como lo hacía antes. Ahora, solo recuerdo partes, recortes, o imágenes sueltas. Un sentimiento, un pequeño algo en mi cerebro.
Me pregunto qué voy a hacer conmigo. Con esta vida.
Los días ya no son lo mismo.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión