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    Los argentinos: ¿de bien?

    Julieta

    Mar 2, 2024

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    "Los argentinos de bien"

    Nunca comprendí del todo la utilidad de ese término, a qué apuntaba, ni mucho menos su contraposición. ¿Cuál sería esa? ¿Los "argentinos de mal"? ¿"del mal"? Será tal vez, que no crecí con la idea de que la gente era catalogable cual productos del chino; pero también puede influenciar el origen de la expresión con la cual no tuve afinidad. Cuando lo escuché por primera vez era chica, no podría decir en qué momento exacto ni por quién, pero recuerdo que al tiempo la naturalicé. Aún sin utilizarlo, ni que esté integrado al vocablo de mi familia, era inevitable en algún momento oírlo, leerlo. Pasó tan rápido que no noté que de pronto, gran parte de mi alrededor en algún momento se había autopronunciado como "un argentino de bien". Supongo que así es como me quité el espanto.

    Quien no podía escucharlo tenía sus fundamentos, y yo quise saberlos: los militares. En la última dictadura militar del país se empezó a usar ese término. Ese distintivo que trazaba una línea entre unos y otros. Ahora sí puedo entender la repulsión de algunos al escucharlo. El "argentino de bien" suele ir variando, se va adaptando a cada contexto según quién lo emplee pero por sobre todo, a la perspectiva que le adjudica cada uno. También es importante destacar, que dentro de la condición del término, quien lo escucha lo adapta a lo que verdaderamente quiere escuchar. Y en ese oír, entra la autopercepción, la distinción y la identificación; tres puntos fundamentales que sostienen su uso en el general.

    Hoy en día, en el año 2024, es bastante difícil escuchar a un militar referirse a la gente de ese modo, ya que no todos estamos en un constante contacto con ellos; sin embargo, oírlo en un par es lo más probable. Hay —según mi visión— una búsqueda elemental de identidad. Una identidad, que lejos de construirla por nuestra cuenta o verla como lo que verdaderamente es, se presenta como una versión "mejorada". En su momento podía aludir a cuestiones meramente estéticas, pero ahora entran también en juego la moralidad y por sobre todo, la meritocracia. Particularmente siento que estamos muy atravesados por un discurso meritocrático, que a su vez sirve como distinción. Hay quienes "merecen" estar donde están y es casi como si eso les diera el pie, a una superioridad. No se busca equidad, no se buscan pares, sino que la diferenciación. Y quizás, ser un "argentino de bien" es el punto de partida más equitativo, después de todo, todos podemos autorreferenciarnos así.

    Esa identidad también se presenta (y se entrelaza a su vez) con la pertenencia. Pertenecer a un sector, ya sea social, político o económico muchas veces incluye diferentes particularidades en cada uno, que los diferencian —ya sea o no intencional—. Quizá el fenómeno del retorno de esta expresión permite a la gente pertenecer a un sector, que se presenta (al igual que siempre) como superior. Y superior desde muchos ángulos: el moral, ético y estético, el meritocrático, y económico en muchos casos. Y es que, es muy difícil no querer poder sentirse identificado con aquello que socialmente está mejor visto. Es allí donde yo siento que la gente transforma su autopercepción, a distinguirse, y así es como precisamente se empiezan a autodenominar.

    Un arma de doble filo, si me preguntan. Verte reflejado en un sector en el que no pertenecés te puede llevar al camino de estar cavando tu propia tumba, mientras creés que te construís una escalera. Radican ahí los inicios de las divisiones sociales autoprovocadas. Un autosabotaje.

    Volviendo al punto, ¿quién sería un "argentino de bien"? Verdaderamente, no hay respuesta concreta. Se inventó y se empleó para que justamente fuese a libre interpretación, tal y como muchos de los discursos que se escuchan hoy en día que son carentes de especificaciones pero sobrantes de generalizaciones que nos permiten adaptarlo a nuestro gusto. Es por eso, que la pertenencia, la identidad y a su vez la diferenciación son cruciales para su uso: porque permiten que así, se siga sosteniendo en el tiempo y empleando a gusto. Una expresión vacía que no dice nada, más que por su connotación negativa. No alude a argentinos felices, sino a argentinos que son parte de un sector en específico; un sector que por prolongación, merece más y por ende, los otros menos.

    Usarlo, no hace más que reafirmar que hay unos que tienen más derecho que otros, y que hay quienes están por encima. El "argentino de bien" es aquel que no irrumpe con el sistema, que es conformista y por sobre todo, cómodo. Es quien cree ser más merecedor sólo por tener ese mote, y que por contraposición deja ver que entonces hay quienes merecen menos. Es un término cuya única y total función es la delimitar. Delimitar hasta dónde llegan unos, y por qué otros no. Un término que abre una brecha inmensa incluso entre pares, que no quieren verse reflejados entre sí porque ninguno está "bien visto". Empiezan a aparecer las excepciones, empiezan a aparecer las libres interpretaciones, las adaptaciones según conveniencia pero siempre el fin es, el ya mencionado hartantes veces, de la diferenciación.

    A donde quiero llegar, es a que me gustaría que algún día alguien pueda explicarme la contraposición. Si hay "argentinos de bien", los otros ¿qué son? ¿qué somos los otros? ¿Somos el enemigo a combatir? ¿Qué quieren lograr cuando se llaman a sí mismos de ese modo? Todos los días naturalizamos más ese agravio —porque hay que llamarlo por lo que es—, asimismo como todos los otros insultos y violencias que son ínfimas, y para mucha gente absurdas incluso, pero que dentro ocultan sus trasfondos. No por nada, a 40 años del retorno de la democracia, aún se sigue empleando un término que se inventó para justificar la falta de la misma.

    Julieta

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