Logré irme

Repetirse que está bien, como si una no lo viese de frente día a día, y quizás por eso mismo.

Si tengo que decir no hay palabras. Esperé a que salgan, que aparezcan. Este es el primer intento.

Lo adjudiqué a mi problema. A mi error. Desvivirme en buscar un resultado y no sentir ningún tipo de orgullo o felicidad una vez alcanzado. Había en mi un terror, una desesperación por pensar en la sola idea de que una vez lo hiciera solo seria lo mismo, igual a años atrás cuando desperté.

Cuando tus mañanas empiezan por lo que debes hacer para los demás y lo que crees tenes que cumplir en tu rol. Cuando tu día es una lista de acciones predestinadas, tareas asignadas, y cuando sin darte cuenta huis: te encontras sola. Tus mañanas son tuyas y tus acciones por vos. La liberación cae en la soledad, quieta, helada, anhelando confusa. Es un despertar en el sentido del padecer, empezas a ser mientras sentis que no existis. Un lugar tan cómodo y tan áspero. Te levantas forzandote a un vivir, solo sigue el terror de la posibilidad que existe de volver a caer postrada, aislada. Sé que esta pulsión sigue en mi, día a día la muevo, la dejo ser y creo lograr limitarla. Contrarrestarla. El terror de ya no poder hacerlo me congela, más de lo mismo. Esto me detuvo más de lo que debía.

Esto es sobre un lugar que tomó muchas formas por demasiado tiempo. Crecí, me mostró el sol cada mañana, lo llamé mi hogar. Moví las cosas alrededor, lo hice mío, lo compartí. Me trajo calidez, me contuvo en el encierro, me conectó con lo pequeño. Después de eso pude ver lo incorrecto y lentamente en mí volvió a aparecer el ansia de huir, pero esta vez por mi cuenta.

Sentía las paredes pudrirse, las cosas arruinarse, hasta que lo empezó a mostrar por si mismo. Aunque el sol entraba yo solo me sentía atrapada, no era mi hogar, no era yo, ya no pertenecía. Así que intenté. Me fui y esto fue lo último que vi, el último vestigio del sol con el que siempre conviví, la última forma que tomaría. Al fin.

Tenía tiempo límite, solo lo hice todo en un pasar de dias, después de tantos años. Me levantaba sin saber cuándo sería la última vez que me quedaría, queriendo poder irme de una vez. Por favor, basta.

No tuve tiempo así que lo dejé pasar. Me repetía que era algo común en mi, una costumbre, nunca me quedé tanto tiempo en un lugar. 6 años sin moverme, más que mi tiempo en el secundario, más que en cualquier otro lugar desde los 10 años. Cuestionandome incluso si solo sigo vacía, en automático, cuando debería de estar quizás triste, quizás extrañando, quizás agotada. Pero solo podía pensar "al fin". Al fin. Me volví a ir. Esta vez porque quise y lo logré, lo logro todos los días. Es un nuevo despertar, un paso más, un día a la vez. Sólo me falta el sentir.