La imagen me transporta a una noche
feliz y casi irreal. La reliquia conservada
en ámbar, la tumba (ahora profanada),
mi cabeza hundida en tu pecho.
Los ojos cerrados y una sonrisa plácida
en los labios, serena paz y placer,
dulce néctar / juventud sirena
canto antiguo al poder del tiempo.
Un momento radiante y el futuro
nuevamente abierto en flor. Pero el viaje
de retorno involucra el terrible dolor
de lo vivido. Nuestra historia, ya consumada,
aún no había sido escrita por completo.
Aún si tomara otro camino,
aún si escribiera otro mito / otra leyenda,
¿volvería ese amor, volvería el relato
inalterado? ¿Seguiría existiendo intacta
esa memoria?
Cada vez que regreso vuelvo a navegar
la brisa y la tempestad de lo que fuimos.
Decido, por fin, renunciar
a mi poder extraordinario del retorno;
a ese instante, a la aventura
y la tragedia. Los ríos no corren para atrás,
y el recuerdo mantendrá su belleza etérea
si dejo de resucitarlo.
Ya voy subiendo la montaña
Ya voy lanzándome al océano
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