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    lo trascendental del pedo

    camilxgb

    May 6, 2025

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    lo trascendental del pedo
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    Hay algo en lo absurdo de trascendental. O algo trascendental en lo absurdo. Quizás sea porque yo soy fiel militante de la rutinización, amante de la cotidianidad conocida y del mismo pío, del mismo café, del mismo aroma y del mismo pintalabios del que me enamoré a los catorce. Oradora destacada de los mismos chistes que aprendí de mi viejo viendo a Capusotto. Cuentacuentos experta de los mismos cinco libros que ojeé con avidez en mi adolescencia.

    Pero hay algo de absurdo en lo que es pasajero-cotidiano. En lo no-fundamental-imprescindible. Un pedo. Es pasajero, a veces ni nos damos cuenta que nos lo tiramos. Impoluto, en ocasiones insonoro. Lo absurdo pero imprescindible. Un día sin pedo es un día hinchada. No puedo imaginar mi día sin tirarme uno. Y es absurdo, completamente absurdo. Puede que su absurdez provenga de alguna teoría escatológica o del pudor que nos han sabido inculcar a las mujeres. Pero sin ánimos de meterme en una teoría posfeminista o de la higenización, quiero hablar de lo trascendental de lo absurdo.

    Hace aproximadamente dos semanas me tiré un pedo por primera vez frente a alguien. Y no sólo alguien: ¡frente a mi pareja! Tengo 24 años. En 24 años no me tiré un pedo frente a un otro consciente (porque para estos casos, mi perra no contaría, más allá de su consciencia). Y fue bastante trascendental, no sólo porque me posicionaba a mí como humana frente a un otro que me reconoce como humana y me re-conoce como sujeto biológico, sino porque me abría a mí la posibilidad de encontrarme con un otro en mi yo más absurdo y cotidiano. En mi yo más burdo, más pudoroso y, en definitiva, más real. ¡Pero vaya uno a entender la trascendentalidad de un pedo! Y puedo decir aún más, claro que sí. No es sólo el pedo, han sido meses de hinchazón crónica tirada en la cama con él, de vergüenzas por una orquesta estomacal que le hace justicia a Debussy.

    Es el pasaje a lo más absurdo y en definitiva: a lo más humano. Y Dios sabe que he querido ser humana tantas veces luego de años buscando la perfección.

    Nunca creí sentirme tan cómoda en lo absurdo, en lo insignificante-significante. Es un ejercicio prometedor buscar aquello de nuestra vida diaria que tiramos automáticamente a un tacho de basura mental: como cortarnos las uñas, secarnos el pelo con secador y quedar con la cara rojísima, explotar un granito o mirar la tele con las patas arriba del sillón. Microabsurdismos de la vida diaria que se pasan de costado porque nadie las retrata a pesar de tenerlos en frente cada día.

    Hoy me regocijo en el absurdismo del pedo y lo gracioso que es decir, escribir y pensar al pedo como un algo absurdo-trascendental. Hoy también sé que parte del amor es lo absurdo compartido con un otro: la parte más difícil y más acogedora es la cotidianidad compartida.

    camilxgb

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