Debo decir que lograste herirme, incluso si nunca fue tu intención.
No sé si fue el rencor, la distancia o las ganas de romperme lo que te llevó a eso, pero lo hiciste.
No quiero saber el por qué. Sinceramente.
Así como tu dolor cuenta, el mío también lo vale.
La última vez que hablamos, me mandaste una carta despidiéndote y diciéndome que borraste recuerdos y fotos.
Llevaba un tiempo sintiéndome bien, pero gracias a tus palabras, despertó todo de nuevo. Fue como si una piedra hubiera caído en el agua: lo removieron todo.
Me sentí como un error que preferiste dejar atrás, algo del pasado que había que olvidar para avanzar. Me sentí como si hubiera sido la villana de un cuento que tú mismo te inventaste.
Fue una gran decepción leer todo lo que me escribiste. Realmente la imagen que tenía de ti se rompió, como si una onda expansiva hubiera roto al instante una ventana que hace rato estaba por quebrarse.
Yo no fui la mejor ni perfecta. Pero tú, una persona a la cual le tenía mucho cariño, me decía las cosas como si se estuviera limpiando de mí.
De todo lo que vivimos. De todo lo que pasamos.
Eso es fuerte.
Y dice más que mil palabras.
Yo ya no te reconocía en absoluto. Eras otro.
Pero al parecer, ese eras verdaderamente tú. Tal parece que te habías sacado la máscara que tanto tiempo te habías puesto, y cuando te la sacaste, al fin te pude ver realmente.
Me dijiste que querías olvidar y soltar, dejar de hablar de una vez y para siempre, ¿pero era necesario decírmelo? ¿Querías ver si me rompía? ¿Si gritaba? ¿Si me ahogaba?
Tus palabras se sintieron como si los cuchillos más filosos atravesaran mi corazón sin piedad. Y ahora soy yo la que carga con cicatrices que todavía sangran.
Sé perfectamente que no querías seguir hablando más y estaba bien, porque yo tampoco quería seguir siendo amigos. Nos hacíamos mucho daño.
Pero a ti ni siquiera te importó el daño que ibas a hacerme antes de irte. Lo hiciste igualmente y ahí cerraste la puerta.
Una puerta que quizás nunca estuvo abierta, solo estaba rota.
Si me guiara por la razón, por el viejo amor y el perdón, te perdonaría.
Te perdonaría porque actuaste desde el dolor y desde la convicción de que yo te hacía mal.
Pero como yo hago lo que mi corazón y mi alma me piden, no lo haré.
Porque yo lo decido así.
También tengo que admitir que yo contribuí a todo lo que pasó.
Porque te dejé entrar en mi vida, te dejé escarbar en ella, dejé que me hirieras, dejé que me convencieras. Hice lo que me decías, lo que me pedías…
Y al final, todo terminó así.
¿Fui una tonta? Es muy probable que sí. O quizás, te quise más de lo debido.
Desde mi punto de vista, simplemente fui muy ingenua contigo, creyendo que me decías la verdad. Cuando solo te ocultabas bajo un velo de apariencias que yo confundí con tu rostro real.
Tal vez fue divertido para ti, pero para mí no.
Porque durante todo ese tiempo en que no hablábamos, reflexioné y me di cuenta de todas las mentiras que decías.
Y me arrepiento de haber confiado tanto en lo que contabas, porque te creí todo. Confié demasiado, y fue ahí donde me perdí a mí misma.
Me arrepiento también de haberte abierto tanto mi corazón, de haberte contado tantas cosas. Me arrepiento de tanto…
Por eso, a partir de ahora, quiero pedirle a Dios, al destino, a la vida y a mí misma…
Que no quiero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar.
Estamos mucho mejor lejos el uno del otro.
Yo estoy mucho mejor sin ti.
Y ahora lo entiendo.
…
Yo agradezco mi vida, mi familia, los momentos que viví, las memorias que conservo…
Pero si pudiera volver atrás, evitaría cruzar ese camino.
Nuestros caminos.
No por rencor ni odio, sino por amor propio. Porque algunas historias duelen más de lo que enseñan.
Me enseñaste muchas cosas. Tanto buenas y malas.
Y ahora llevo en mi conciencia, un pasado que vuelve y pesa. Un pasado que quiero dejar atrás y no volver a recordar.
Todo esto lo siento por lo que vivimos y por lo que dolió. Ninguno supo cómo evitar lastimar al otro. Y esas son grandes lecciones que no quiero volver a pasar.
Por eso estoy agradecida de que nuestros caminos se hayan separado.
Ese fin de ciclo me hizo bien.
Agradezco eso.
Creo que todas las heridas que tardan en sanar son las que te vuelven más fuerte para cualquier otra adversidad.
Así que hasta siempre… y nunca más.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.


Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión