Te fallé…
no con traiciones ni mentiras, sino con las verdades que nunca te conté. Con miedos que escondí creyendo protegernos, con palabras que pensé que no importaban y hoy sé… que sí lo hacían.
Hubo cosas que callé no porque no fueran tuyas, sino porque pensé que no dolerían si no las decías tú. Y me equivoqué. El silencio también hiere, sobre todo cuando esperabas que hablara.
No tomé decisiones, me quedé esperando señales, como si amar fuera solo no fallar, cuando también es avanzar, proponer, moverse…y yo me quedé quieto. Y te fuiste.
Ahora te veo con alguien mas. Y sonríes, y juro que te ves bien… pero duele. No por celos, ni porque no te lo merezcas, sino porque esa versión tuya feliz era la que quise construir contigo…y no llegué.
Y sí, esto escrito no puede solucionar nada, lo sé… y eso es lo que más me retrasa. Pero es lo que me queda: llenar este cuaderno con todo lo que pasa en mi cabeza, porque si supieras… no me he dado por rendido, ni lo hice. Solo acepté el cambio que ya habías tomado, aunque esté en desacuerdo, aunque me parta por dentro.
Y aún así, aunque lo quieras, no me apartaré si me necesitas, o aunque no lo necesitas, o por qué no lo haré, y no sé si dejar de querer tanto porque sencillamente eso me está matando.
Te pienso cada noche.No esperando que vuelvas, sino preguntándome si supiste lo que valías, si alguna vez sentiste que yo lo sabía, aunque no supe demostrarlo a tiempo.
Fuiste, eres, y probablemente serás, esa parte de mí que no supo cómo quedarse pero tampoco sabe cómo irse.
Este no es un intento de volver, es solo la confesión de alguien que entendió tarde, pero aún así…
decidió no callarse más.
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