Lo que me falta eres tú.

te extraño de una forma que me cuesta explicar, porque no es solo la falta de tu presencia física, es la ausencia de todas esas pequeñas cosas que hacían que mis días se sintieran más ligeros. te extraño cuando me río y pienso en que tú te habrías reído más fuerte, te extraño cuando escucho una canción y siento que debería habértela mandado, te extraño cuando me quedo mirando la nada y recuerdo cómo tú sabías darme conversación hasta de lo más mínimo. es un hueco raro el que dejas, porque no es un vacío silencioso, sino lleno de recuerdos, lleno de momentos que se repiten una y otra vez en mi cabeza. como si todo en mi vida llevara tu marca, como si tu sombra se colara hasta en lo más simple. incluso tomar un café me recuerda a ti, porque lo compartía contigo en palabras, en risas, en esa manera tuya de darle importancia a lo que yo sesentía.

te extraño porque contigo aprendí lo que era sentirse visto, escuchado, acompañado de verdad. no era solo hablar, era que tus palabras me daban calma, me daban esa sensación de que todo estaba bien aunque afuera el mundo se estuviera cayendo. y ahora, sin ti, todo es más ruidoso, más pesado, más lento. lo peor de extrañarte no es el dolor en sí, sino el hecho de que tengo que seguir viviendo con eso, con la costumbre de querer contarte algo y detenerme en seco, con el impulso de buscarte y recordar que ya no estás. es aprender a callar lo que antes gritaba con confianza.

tal vez con el tiempo se haga más llevadero, tal vez la vida me enseñe a soltar de a pocos, pero hoy, aquí y ahora, solo sé que me haces falta. te extraño, y lo digo sin adornos, sin exageraciones, con toda la humanidad que cabe en este sentimiento que todavía me pesa en el pecho.