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    Lo que hacen de nosotros

    Mar 28, 2025

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    Lo que hacen de nosotros
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    Desde hace mucho tiempo, por no decir desde que empezaba el secundario, la órbita del pensamiento existencialista de Jean-Paul Sartre me cautiva y atrapa con mucha intensidad, con una curiosidad extraordinaria que hasta el día de hoy aún conservo. Si bien no coincido en su totalidad con el pensamiento sartreano y tampoco soy un pensador ideal de la rama para argumentar algo con la profesionalidad que se debe, sí puedo decir que me reconozco como gran amante del cuestionamiento.

    La historia le dio a Sartre su lugar en el mundo moderno, en el que todavía influye, por lo cual no me tomaré la arrogancia de contradecir su nombre y su trabajo; a continuación, la premisa que inaugura esto que escribo parte de una frase que le oí decir al filósofo argentino José Pablo Feinmann (1943 - 2021) (https://youtu.be/bzzsoMyO_VU?si=bz3lFjRbenga-vSQ) la cual atribuye al escritor francés: "Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él". El propósito de este ensayo se basa en que esta frase no solo abarca un principio existencialista, además se mueve en puntos políticos y sociológicos, por lo que la considero un enunciado indispensable de comprender en el ser en sociedad.

    En primer lugar, parafraseando un concepto durkheimiano, la sociedad no se limita a solo ser una suma de individuos ya que los vínculos individuales y sus lazos conforman algo más amplio. Pensado de tal manera veremos cómo el intercambio con otros construye el significado de nuestra existencia, dirá Sartre, la esencia; las relaciones que entablamos moldean nuestra vida porque los actos de un Otro sobre nosotros la van determinando. El vínculo del Yo con el mundo y viceversa, al nacer sin esencia, es necesariamente influyente debido que la presencia de los demás al conectarse con uno le "implanta" los matices de los sentimientos y pensamientos. Más claramente, un vínculo entablado es una experiencia de compartir, dar y recibir.

    Con el Otro podemos coincidir, pero a veces suele ser conflictivo intentarlo y el vivir en sociedad genera con ello diferencias: ideológicamente, ser de derecha o de izquierda; religiosamente, ser creyente o ser ateo; personalmente, te quiero o no te quiero, etcétera. La disputa inestable con un Otro remarca la esencia de uno y a su vez da validez a nuestro pensamiento como opuesto

    Lo Hecho (entendiéndolo como el resultado del intercambio, producto libre de dos sujetos) queda, por así decirlo, suspendido en el aire y es peligroso ya que puede desembocar en acciones violentas. El intercambio, el debate, lo Hecho, tiende a la violencia por la calidad conflictiva de las diferencias, aunque no siempre sea el caso y haya debidas excepciones. ¿De qué depende? de la libertad del Hombre, el cual es responsable de todo accionar suyo. 

    Si vemos como un hecho natural la bondad del Hombre, creemos obvio que, bajo la responsabilidad de su libertad, jamás se le ocurrirá responder ni elegir la violencia. Ahora: ¿Elige dónde nacer? ¿Elige en qué sociedad nacer? ¿Elige el pensamiento de la sociedad la cual lo criará?

    Aquí el problema, la libertad de acción y decisión del Hombre muchas veces está condicionado por la estructura de su sociedad. Las circunstancias sociales crean condicionamientos al sujeto que nace sin esencia establecida y sin significado de sí mismo.

    Entonces sin una libertad real del Hombre al ser condicionado por la sociedad en la que nace será: lo que hayan decidido hacer de él (diremos, por parte de la educación percibida; la cultura inculcada; el Estado, sus fines e intereses; etcétera). Con ello aparece lo No-Hecho (entendiéndolo como resultado de lo impuesto, producto involuntario), lo cual es aún más peligroso que el concepto anterior puesto que la acción condicionada de elegir dependerá del tipo de Hombre moldeado.

    En la historia observaremos claro como la Alemania Nacionalsocialista propagaba una educación basada en el odio racial y el antisemitismo, partiendo desde apartar profesores judíos a "ajustar" asignaturas en pos de ordenarlas bajo el pensamiento de superioridad aria, un adoctrinamiento que demonizaba grupos de minorias y adaptaba la enseñanza a la ideología del Tercer Reich. Tal vez he con esta ejemplificación histórica que se avista con mayor claridad que solo hacemos al Otro y nos hacemos a nosotros mismos al moldearnos libremente en el intercambio; y, por el contrario, sin libertad, solo nos hacen.

    Debemos comprender que el condicionamiento no se acaba erradicando la sociedad y el Estado, imaginar algo como eso, además de absurdo, es un argumento reduccionista. El papel de la sociedad es fundamental ya que el Hombre no se hace a sí mismo en aislamiento, un Yo se construye con las herramientas que nos transmiten otros, nos hacemos bajo el horizonte de un lenguaje y una cultura.

    Volviendo ¿cómo hacemos para romper el condicionamiento por sobre nosotros? El Hombre debe cuestionarse su papel en la realidad y así pensar críticamente la influencia de las fuerzas sociales, esto mismo es desarrollado por el sociólogo estadounidense Charles Mills (1916 - 1962) en su libro "La imaginación sociológica" (1956), donde describe el concepto como la habilidad de vincular cuestiones individuales con dinámicas sociales de mayor amplitud, como la relación de políticas gubernamentales y su influencia en la vida de las personas. Así el hombre conectará su experiencia con las estructuras sociales.  Pongamos a la vista el Siglo de las Luces y la aparición del Hombre Ilustrado, cuyo movimiento ocupó un rol decisivo en la Revolución Francesa y la caída del absolutismo del Antiguo Régimen.

    En conclusión, "el hombre es lo que hace con lo que hicieron de él" es una propuesta que trasciende el campo filosófico, y permite interpretarla con una mirada política y sociológica a través del comportamiento de intercambio que deliberamos como seres humanos. La significación que le recae a la frase en el ser en sociedad es que hacemos con lo que nos hicieron en el área del debate, el cual hacemos a un Otro y aquel nos hace a nosotros; aunque parezca un trabalenguas, hacemos y construimos con la mirada del Otro. 

    Llevándolo también a lo íntimo, nos hacen y hacemos con el "perdón" y "gracias" de la cotidianidad, con el recuerdo de alguien a quien ayudamos sin recompensa por ello, o con el amor que le ofrecemos a alguien y con el que aprendió a amar; hacemos del Otro hasta con lo que nadie ve que hacemos pero que se percibe.

    como dije al principio, la disputa es inestable pero es el Otro quien valida nuestra identidad, lo Hecho no es un mero acto de intercambio, es aceptar que la intelectualidad opuesta enriquece la esencia de nuestra postura; el Otro me interpela a mí y mis ideales, la colectividad con el Otro armoniza la sociedad en conflicto.

    Gonzalo I. Lloret

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