Debo admitir que cada pensamiento mío es un golpe a mi realidad, la cual ya existe y muchas veces solo me queda observala, envolviendome en noches que nunca se terminan y mañanas llenas de alarmas. Pero este verano fue diferente, hubo una semana que sin alarmas me despertaba antes de que saliera el sol y me quedaba observando a las nubes vivientes en el inmenso cielo. Observaba cada detalle de los árboles que estaban alrededor mío y añoraba la sensación de permanencia en esos sitios. Es aquí cuando empieza una inocente confesión; debes de saber que mi mente trato de capturar cada detalle de nuestros encuentros secretos, de esas noches que parecían fugaces y esos días en los cuales te convertiste en mi sitio. Por primera vez descubrí que alguien más puede vivir en este roto corazón, que los pedazos por muy pequeños que sean albergan lugares únicos para cada persona a la que decidas hacerle un espacio, que mis manos son curiosas y mis dedos posesivos contigo. Que mis intensiones fueron discretas conmigo para cuidarme de tus ojos y tu sonrisa, pero que al final salieron a reclamar su lugar, un lugar que sabiamos no existía.
Debes saber que no soy miedosa en el juego de un amor ya perdido, que yo lo siento todo y acepto si la derrota me triza más los huesos, al final ese es el precio por vivir de la manera en la que yo decido hacerlo: sin prisas, sin besos a medias, ni encuentros que te dejan más al fondo de la tristeza. En cambio yo adoro la lentitud de las palabras y las historias que me dicen quien fuiste y quien eres tú; los besos desmedidos por el deseo que no se quedan en intensiones retóricas y la búsqueda de inspeccionar cada detalle que posees, porque admito que me gusta nadar en los vacíos, en la suciedad de las personas que me importan, quiero tintarme y entender el porqué de ti. Debes saber que yo siempre supe lo que implicaba esta aventura, que siempre seré así y nunca el miedo me negara de nada. Es por eso que a pesar de la pena escondida en mi lengua y los pensamientos intrusivos atrás de mi cabeza te digo que te quise, como quise al mar y a las gaviotas arriba de las barcas llenas de peces. Como quise a las calles tranquilas de cada pueblito que visitamos y cada comida que probé. Te quise un instante y ahora soy responsable de todo lo demás.

Karla Herrera
Me gusta navegar en mis emociones a través de las palabras, escribo por qué vivo y no hay nada que disfrute más que capturar todo en letras.
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