Sí… aún no te supero,
aunque me muerda el orgullo cada vez que pienso en ti,
aunque diga que ya te olvidé mientras me rompo en silencio.
No puedo fingir que no significaste nada,
no después de todo lo que vivimos,
de cada promesa que hiciste sonar como eterna,
para después dejarla morir sin explicación.
¿Fue tan fácil para ti soltar mi mano?
¿Tan simple dar media vuelta
como si yo no valiera ni un adiós?
Te fuiste así, sin palabras,
como quien cierra un libro sin leer el final.
Y yo me quedé entre páginas vacías,
esperando una historia que jamás quisiste terminar.
Me dejaste con un millón de dudas,
con un amor atragantado en el pecho,
con la culpa de sentir demasiado
y la rabia de no haber sido suficiente…
Y sí, me duele.
Me duele saber que te llevaste lo mejor de mí,
como si nada,
como si nunca te hubiera importado.
Porque mientras yo sigo aquí, luchando por respirar sin tu nombre,
tú sigues libre, sin peso, sin pena.
Y ¿sabes qué es lo peor?
Que aún te extraño…
y eso me enferma.

Flor de humo
Algún día tal vez deje de buscar respuestas en el humo lento que abraza mi mente, pero por ahora, cada calada es un verso y cada exhalación, un olvido.
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