Siento la fría lluvia
calar mi alma.
Como si quisiera
conocer mis luchas,
miedos y esperanzas.
Como si quisiera
oírme sobre el silencio,
sobre la noche cerrada.
Quisiera hablar,
desgarrar mi garganta.
Pero no puedo.
Las sogas tiran de mí
mientras mi cuerpo avanza.
Apenas puedo sentir,
respirar.
Me apresan.
No me liberan,
no me escuchan.
No les interesa.
Y aún así, la lluvia insiste.
Susurra en cada gota
las palabras que yo callo,
los gritos que se ahogan.
Me envuelve sin soltarme,
como en un abrazo amargo,
me recuerda que aún vivo
a pesar de las cadenas,
a pesar del peso frío
que cada minuto tira de ellas.
¿Será que en su caer,
me llama a despertar,
a romper esa ceguera
que me arrastra sin cesar?
Tal vez realmente sabe
de mi lucha interna,
de esta cárcel
que yo misma he construido,
de los muros invisibles
que insonorizan mis gritos.
Y en cada gota, siento
un impulso que me consuela,
como si en su resonar
me susurrara al oído:
"Despierta.
Eres más que sombras,
más que este eterno frío."
Como un ciclo incesante,
mis pensamientos se multiplican,
me persiguen,
me ahogan en su caer constante.
Son como la lluvia, interminables,
cargando con ellos a cada paso,
y aunque quiera dejarlos atrás,
me siguen, sin descanso.

Blanca Bermúdez
Escribo para sacar del alma lo que no se puede decir en voz alta. No soy perfecta, pero cada poema es una parte real de mí. Gracias por leerme. Quédate. Comenta.
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