Cuando te fuiste, se me venció el alma.
Y enterrado profundo en el corazón,
Se apareció la estatua del fango negro,
El pánico de que perdurase,
La giralda de aquel año,
De aquel verano verde y desaliñado.
Y como tú ya no estabas
Dejé la imaginación al vuelo.
Y que tristeza tan profunda
Me paré quieta a espiar,
La que me encontré encerrada ahí atrás,
Detrás de las paredes blancas de cal.
Y no sé si es porque ya te habías ido.
No sabía.
Y sigo aún sin la certeza
Del volver al espanto incierto,
A la yedra aprisionándome la piel,
De mi mente derrumbándose otra vez.
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