Agarro mi lapicera Bic empuñándola entre el pulgar, índice y medio. Cuando no estoy seguro sobre la palabra dudo con ella, haciendo falsos ademanes al aire, tan próximos al papel que pareciera ser el aleteo de la palabra aterrizando en el renglón. Entre oraciones descansa como un cigarrillo aunque no en el extremo de ambos dedos y más bien pegada al pliegue entre ellos, las puntas del índice y medio se unen mientras la herramienta reposa. Se unen formando un ojal que la enhebra. Será que por esta entrada, en ese descanso, que las palabras cuelan a mis sentidos desde el mundo de las ideas y formas perfectas. Será que todas las palabras son garabatos diluidos.

Tomás
Hola, me gusta escribir sobre lo que me pasa a mí y a los demás. Debería estudiar más para pulir la manera de expresar mis ideas. Los adjetivos son un peligro.
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