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    Ligera reflexión sobre compartir el saber

    Sep 20, 2024

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    Ligera reflexión sobre compartir el saber
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    … incluye personas que, sin ser especialistas, poseen una formación científica que les permite la comprensión de conceptos y relaciones abstractas, pero también aquellos que no han adquirido esa formación pero cuyo interés puede despertarse con una comunicación científica seria y comprensible. La presentación de los contenidos debe tener en cuenta esas diferencias.

    Ricard Guerrero

    La divulgación científica en el siglo XX: de Wells a Gould

    La ciencia nació para desafiar el pensamiento, la religión, la emoción, la creencia, los constructos; nació incluso para desafiarse a sí misma, pues la ciencia no es ciencia si esta no se refuta a sí misma de vez en cuando. Todo el tiempo, a todas horas, nos damos cuenta de que las cosas no son como creíamos. Muchos animales se reproducen así, pero resulta que hay algunas especies que se reproducen asá; sabemos que hay tres estados de la materia, pero hemos visto que la materia puede comportarse de maneras que van más allá de ellos.

    Frente a tantos cambios, a tantas posibilidades, se hace urgente compartir el saber de cómo funciona el mundo. El humano tiene derecho a saber — y debe saber — en dónde vive y cómo puede experimentar la realidad, los riesgos que esta implica y las opciones que ofrece y, porqué no, los chances que crea a partir de su entendimiento.

    ¿Pero qué ocurre entonces? Si no todo el mundo tiene acceso a ese saber, por las razones que sean, ¿cómo logramos acercar el conocimiento al mundo? La divulgación científica entra en escena justo en esos momentos, en los que el mensaje está tan lejos del destinatario que debemos darle un empujoncito tanto a este como al mensaje mismo para que ambos coincidan. Y es que como profesionales y conocedores sí tenemos una responsabilidad para con la sociedad de diseminar el conocimiento en pos de una civilización más armónica.

    El reto está en componer y estructurar un mensaje, que proviene de un espacio donde todo está lleno de tecnicismos, palabras rebuscadas, información muy específica y nombres científicos que parecería pueden invocar demonios al ser pronunciados, para que llegue a un espacio donde las palabras y conceptos puedan ser altamente digeribles para quien, a lo mejor, no ha sido alimentado lo suficiente con algún menester, disciplina o saber. En ese sentido, a nosotros los profesionales y científicos, nos toca aportar los nutrientes necesarios para que la gente que no está tan conectada con la ciencia comprenda y recuerde lo que sucede en su realidad y lo conveniente que es para ella el saberlo.

    Me parece pertinente también mencionar que, además de este sentido de responsabilidad, debe existir una búsqueda activa de la conciencia social por parte de nosotros como divulgadores, atendiendo la demanda de información teniendo en cuenta las problemáticas sociales que afectan a los distintos sectores de la población; ser conscientes, por ejemplo, de los retos que implica hacer llegar la información a gente que vive en el campo y en las periferias, o que hay un considerable porcentaje de la población mexicana que no habla español sino lenguas nativas y que los mensajes emitidos en el dicho idioma más hablado del país no serán recibidos por ellos; asimismo, es vital entender que el que la población no esté tan receptiva a ciertos mensajes no es su culpa o responsabilidad directamente, sino, quizás, se trata del imperativo de un mayor esfuerzo por parte de nosotros, los emisores, para llegar a toda mente habida y por haber en nuestro país y fuera de él.

    Hay una gran oportunidad en el quehacer de la divulgación científica, no solo para hacer llegar la ciencia a todos, sino también para buscar y encontrar nuevas maneras de conectarnos entre nosotros, pues en estos tiempos tan inciertos, es más preciso que nunca el permanecer, pensar y actuar en conjunto.

    Alonso García

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