Te extraño en lo profundo de mi alma...
y paso a paso,
calma a calma
me retuerso del dolor
estrujada en la cama,
arrancando las fundas,
destrozando almohadas.
Destrozada haz dejado mi palma
y mi altillo
cual crucifijo intervenido
dado vuelta,
entre pasillos de errores y alteraciones.
Alterarte logrababan
los altibajos de mis emociones...
las intenciones de mis interacciones.
Entre treguas;
mis guerras tan internas como eternas.
Las protestas de siempre
yacían en el vaivén de tus cienes.
Y en el palpitar de tus pupilas
veía el pesar de los días
que día a día eran noches sin dormir.
Solía culparte a tí
por no intervenir
en las constelaciones
donde mi mente solía vivir...
En las ideologías ilógicas,
en mi extructurado pensamiento sobre el porvenir.
Y hoy sé
que no sirve de nada
venir a verme,
querer tenerme.
Porque yo no me tengo,
y así será por siempre.
Y aunque nos amemos eternamente,
perderme para encontrarme
no es la pronta solución.
Y... metafóricamente,
entre cadenas decido no tenerte
por eso te dejo libre.
A libre albedrío.
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