letanía

Sientes que podrías llegar a la luna;
mis labios susurran canciones fermentadas.
Te miro a través de los otros,

bajo la música y el ruido.
Tu mirada me sigue,
pero no se detiene en mí.

Es una danza
donde el deseo se mueve
como sombras a media noche,
pero nunca nos alcanzamos,
siempre un paso detrás,
fuera de ritmo.

Soy la amante celosa que teme
que prefieras a otra persona.
Celosa de la reacción entre tú y otra:
de las risas que no me pertenecen,
de la felicidad que no es mía;
de esperar migajas de tu atención.
Celosa de cada palabra
que no me es dirigida,
como recordatorio de que no te tengo.

No me besas.
¿Por qué no me besas?
¿Es mi amor el que te asusta?
¿POR QUÉ NO ME BESAS?
ES UN GRITO. UNA DECLARACIÓN. UN RECLAMO.

El equivalente a sentirse amado
es ser besado
como una reafirmación, y un lazo a unir.
Te odio por no quererme.
Te odio porque te quiero lo suficiente,
convirtiendo mi amor en un grito desesperado
que me arranca la dignidad y la paz.
Ámame. Ámame. Besame. Besame.
Como una reafirmación al sentir
la locura y enajenación.