< # no nací para que alguien me rompa / con dedicación >

yo solo quería abrazarte, tan simple como eso. abrazarte sin exigencias, sin reclamos, sin pedirte que fueras otra cosa que tú. pensaba ingenuamente que si te sostenía fuerte entre mis brazos, si te envolvía con calma, si me quedaba a tu lado cuando el mundo se te volvía insoportable, tal vez… solo tal vez, dolería menos. tal vez te sentirías a salvo, tal vez por una vez no te esconderías detrás de ese muro donde todo te resbala.

pero no, tú no querías consuelo, tú querías guerra y la declaraste en mi pecho, a golpes de palabras que nunca dijiste, a silencios que me partían más que cualquier grito.

yo me acercaba, y tú retrocedías.

te ofrecía abrigo, y tú me tirabas nieve.

cada gesto mío, cada ternura, la tomaste como debilidad y en lugar de quedarte a sanar conmigo, te quedaste a romperme con calma, con precisión, con ese extraño empeño tuyo de dolerme como si fuera un deporte. creo que mi amor te molestaba y mis manos te quemaban.

¿era tan insoportable que alguien te quisiera sin condiciones? ¿tan amenazante que alguien viera en ti algo que tú no veías?

yo me desvivía por hacerte más liviano el mundo. y tú, en cambio, te encargaste de que el mío pesara el doble. no por maldad, quizás. tal vez solo porque no sabes hacer otra cosa, tal vez porque amar para ti siempre fue sinónimo de huir.

y aun así, durante un tiempo absurdo, seguí abrazándote igual. con la esperanza ridícula de que un día te rindieras a la calma, de que un día dejaras de doler con tanta intención. pero llega un punto en que una aprende que no basta con amar, que no se puede salvar a quien insiste en incendiarse, que por más abrigo que una tenga, hay inviernos que no se apagan.

así que me fui, no por falta de amor, sino por amor propio.

porque no hay abrazo que alcance si lo usan como blanco, y no hay ternura que sobreviva si siempre se la hiere primero. tú sigues allí, supongo. doliendo con afán a quien se acerque demasiado. y yo aquí, aprendiendo a abrazar sin quebrarme.