Lectura hambrienta.
Jun 20, 2025
Yo también fui lector, aunque mi lengua era torpe y mis alas un estorbo. Me atrincheré entre páginas rotas, bebí tinta seca, mastiqué metáforas sin comprenderlas. Ignoro si fui pérfido. Ignoro si fui desagradecido. Solo sé que una noche engullí el “te amo” de una carta, y una tarde sollozé sobre el punto final de una novela rusa.
Existió un poema que me duró tres inviernos. No podía cesar de yacer sobre él, como si su métrica me cobijara mejor que la escarcha. Jamás lo toqué con los dientes. Fue el único al que supe perdonar.
Pero ya no soy idéntico. Las alas se me desmoronan en jirones y la tinta ya no me sabe a génesis. Todo me atraviesa sin devenir forma. Ni siquiera el mutismo me nutre como antaño.
Mas, cuando el mundo duerme —cuando el último foco se extingue y no quedan ecos, ni lectores, ni autores— todavía lo evoco.
Y en esa ensoñación, nadie me inculpa. Nadie me ahuyenta.
Solo me leen.
Y con eso basta para seguir muriendo un poco más lento.

E.
Manifiesto tras la lluvia, cuando el petricor se revela y la cromática desaparece; allí se hallan mis alas.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión